martes, 2 de julio de 2013

La tempestad calmada


Vientos contrarios crean violentas tempestades repentinas en el embudo que remansa las aguas del Jordán en el lago de Galilea, con una extensión de 12 por 24 kilómetros y una profundidad media de 40 metros. De nada sirve entonces la experiencia de pescadores avezados como Pedro, Andrés, Juan y Santiago. Asustados reclaman a Jesús, que duerme tranquilamente, el favor de que sosiegue las olas encrespadas que amenazan hundir la barca, y él, después de reprocharles su poca fe, calma los vientos y el mar entra en calma.

La fe hace milagros y conviene acendrarla en nuestro espíritu, para fortalecer el ánimo contra los embates con que la malicia del mundo azota la debilidad de nuestra barca.

Reflexión

Los libros del Antiguo Testamento


La Iglesia primitiva adoptó todos los libros hebreos, 38 en total,  que constituían la Palabra durante la diáspora o dispersión de judíos fuera de Palestina, donde además, se añadían Judith, los dos de los Macabeos, y las adicciones griegas a Ester y Daniel. Los protestantes excluyen como canónicos a Judth, los Macabeos, Sabiduría, Tobías, Baruc y Eclesiástico. La tradición judía depura los libros de inspiración divina eliminando como norma general elimina todos los no escritos en hebreo, si bien algunos que se difundieron en griego, como el Eclesiástico de Jesús de Sirac, fueron escritos en hebreo, lo que corrobora el hallazgo de una copia del mismo en la genizah del Cairo y de otro en Qunram.

Rincón poético

           REFLEJOS

El río no está lejos. Voy a veces
a ver cómo  transcurre 
el agua, no tan limpia como antaño. 
La luz hospitalaria
de sus cañaverales, siempre verdes,
encubre con reflejos
claros su suciedad.
Es un remedo de la hipocresía
que fomentan los hombres, tan propicios
al uso enmascarados de sí mismos.
No hay más sucia manera de esconderse
de la sinceridad,
ese espejo que grita las verdades
tan descaradamente, 
que no es fácil zafarse de su oráculo.
Hay quien llega a ignorarse,
a no saberse, a enjabelgarse
de indiferencia, despecho y olvido.
Todo inútil: estás 
irremediablemente. No te escondas.

(De La flor del almendro)

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