lunes, 1 de julio de 2013

Condiciones del seguimiento


Este pasaje abunda en lo dicho ayer mismo, sobre las condiciones del seguimiento, que corresponde establecer a Cristo, pues a él a quien hay que seguir. 
No lo entienden así quienes ponen condiciones a Jesús, excusando seguirle de inmediato, con el alegato de que tienen aún cosas qué hacer, que espere, que no tenga prisa, que sea considerado con ellos. 
Pero no es a ellos, sino a Cristo Jesús a quien corresponde poner condiciones, porque el seguimiento implica plena vinculación a su persona y a su palabra. Jesús es tajante en su diagnóstico: Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no tiene cabida entre los suyos.
Mirar hacia atrás es dudar en dar un sí puntual y resuelto a la invitación de Jesús y añorar lo que dejaste atrás, si es que dejaste algo, y tira todavía de ti. En el extremo contrario están los primeros apóstoles, que se ponen en marcha al instante y siguen a Jesús sin pestañear, no más oír su invitación imperativa: Sígueme. No dudemos tampoco nosotros en decir que sí a cuanto Jesús desea de nosotros, eligiendo así la mejor parte, asegurándonos su compañía por siempre.


Reflexión

La sangre nueva

El nuevo testamento se injerta en el viejo que está periclitado y deja de ser desde que dan muerte a Dios. Sobre el puñal ensangrentado de los antiguos sacrificios, se alzó una cruz, y la nueva sangre redentora, además de salvarnos, descorrió los visillos de una esperanza cierta, al borde mismo de Dios, unidos a Cristo. En esa sangre laten todos nuestros corazones, identificados por amor con el suyo.

Rincón poético

     VACÍATE DE TI

¿Puedo amar de verdad si tengo lleno
mi corazón de tantos cachivaches
que satisfacen mi frivolidad?
¿Un río desbordado
admite la bondad de un vaso de agua?
Desbordado de vanas pertenencias,
¿dónde poner un lirio,
dónde el aroma de un favor,
dónde la suave claridad de un beso?
Vacíate de ti.
Pon a dieta tu afán, esa avidez
de encarnarte en las cosas, de embeberte
de ti, como las ásperas arenas
se abrevan de la lluvia.
Llenate de los otros. Sé el amigo
de los que no tienen amigos, 
pon tu ojos en las manos del ciego,
tu corazón en los del pobre.
Despojado de ti,
Dios estará en el tuyo.

(De La flor del almendro)

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