jueves, 11 de julio de 2013

Lo hemos dejado todo por ti.

Los discípulos de Jesús le recuerdan que lo han dejado todo por él. Es la prueba más clara de lo que el hombre puede hacer por amor. Nadie mejor que él para enseñar este tipo de renuncia amorosa. Él lo deja todo, puesto que se despoja de su gloria al hacerse hombre, y lo da todo, hasta su vida, por la salvación del hombre, porque, como él mismo dice, no hay amor más grande que el de dar la vida por el amigo.
En buena lógica, es comprensible que él reclame que los que le sigan empiecen por favorecer en sí mismos una desprendida disposición semejante a la suya. 
Darse a Cristo es darse en exclusividad. No es posible pretender compartir el seguimiento de Cristo con otras dedicaciones contrapuestas. Despojémonos de todo lo que no sea amar a Cristo, como hizo él por amor al hombre.

Reflexión

La perfección textual de la Sagrada Biblia

Los judíos, hasta que ponen por escrito los libros sagrados, que desde entonces componen la Sagrada Escritura, disponían de personas de gran memoria a quien correspondía mantener inalterable la tradición oral. Se decía que tales sujetos tenían que ser cisternas carentes de grietas.

Incluso escrito, el texto bíblico no está exento de alteraciones u omisiones de palabras o frases que inevitablemente cometían los copistas. Es tarea de los estudiosos recuperar el texto original corrigiendo tales errores, procedimiento que se llama crítica textual, para lo que se ordenan de manera genealógica los textos del AT. y NT, desde los más antiguos, naturalmente  y depurados, de manera arborescente, hasta los de menos antigüedad. Esa antigüedad es lo que da valor incalculable y hace famosos textos como el de  la Biblia del Sinaí, o la Biblia Vaticana.

Rincón poético

CADA DÍA HAY MÁS

Cada día hay más pobres,
más manos indigentes, más personas
humilladas, tachada
su dignidad por la vergüenza
de pedir a la puerta de la iglesia,
hundidas en sí mismas, desoladas,
porque ser pobre irremediablemente, 
no hallar una tajo donde redimirse, 
no tener herramientas que devenguen
un salario sudado honestamente,
abren heridas, surcan arañazos,
tronchan leves latidos de esperanza.
Cada día hay más manos pordioseras
gritando sus carencias, 
más labios que escuchar, más peripecias 
para obtener unas migajas
de trigo como pájaro en barbecho,
como mano famélica,
porque el verdín envenenado
de amonedado cobre,
da apenas para un mísero bocado
de equilibrio y justicia.
Cada día hay más.

(De La flor del almendro)

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