sábado, 20 de julio de 2013

Jesús se escabulle entre la gente

    Los enemigos de la fe que predica Jesús, han decidido matarle ya ,y él, que no quiere correr riesgos antes de que llegue su hora, ha de huir de Jerusalén a donde no le descubran. La gente le sigue masivamente, cura sus dolencias  y ha de rogarles que no revelen dónde está. Se percibe ya la proximidad de su pasión, un sentimiento que pone en guardia a Jesús y no puede menos de entristecer a sus discípulos. 
  La pasión de Jesús no comienza en Getsemaní; la pasión de Cristo ha venido fraguándose de día en día y ahora está ya al borde de su realización. Es el momento de estar con Cristo y aprender a sufrir con él. 

 Reflexión

Convento de Jesús, en Zaragoza

Fray Diego Murillo, escritor prolífico franciscano de fines del siglo XVI y primeros del XVII, morador que fue del convento de Nuestra Señora de Jesús, al otro lado del río, en Zaragoza, habla con verdadera fruición de la trayectoria de su convento, cabeza de la corriente observante del franciscanismo, y se regodea encomiando el excelente punto de vista que es para admirar la ciudad,el mismo río Ebro a sus pies y los lejanos Pirineos, siempre blancos de nieve.
El convento dispuso de una gran biblioteca que admiraron los invasores franceses, hoy en parte en el vecino pueblo de Alfindén. Del convento, por mor de la desamortización, queda el nombre con que se reconoce el barrio. ¡Qué pena!

Rincón poético

 QUIERO ESCUCHAR TU VOZ

Cuántas veces, Señor, por persuadirme,
me dice tu palabra que eres Dios,
Ojalá que otras tantas las dijera
con mi conducta también yo.
Una vez y otra vez te me insinúas
sutilmente, Señor,
pero tu voz me llega apenas
y otras voces trastean mi atención.
Quiere escuchar la tuya solamente
mi silencio interior.
Háblame una vez más, que me embelese
el timbre delicioso de tu voz, 
hasta hacer de tu causa
la mía, mi Señor.
Repítame en tus salmos tu palabra
que sólo tú eres Dios;
que vamos descarriados si ponemos
en otras cosas la afición,
que tú nos amas y que en ti debemos
poner a cambio nuestro amor.

(De A la sombra de un álamo)

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