viernes, 27 de mayo de 2011

El último y definitivo mandamiento

       Todo el testamento de Jesús a sus discípulos cabe en ese mandamiento último de que se amen mutuamente como él les ha amado a ellos.
        La cifra de ese amor no la sabremos nunca, porque el amor no se deja medir. Y todavía le queda un trecho de amarguísima vida que puede contribuir a tasar un tanto el peso de ese amor ejemplar: dar su sangre por todos hasta la última gota exhaustiva, impregnando la lanza que rompa su pecho.
       El ideal que nos marca Jesús no está ahí a la mano. Hay amar mucho para acercarse a ese amor desmedido con que él nos amó sin tasa posible. Alg nos podría haber dicho Magdalena, a quien se le perdonó mucho, por lo mucho que ella supo amar a quien le perdonaba con infinita ternura. Fue él quien no la propuso como modelo de conseguido amor.
       Y no es un consejo. Es un mandamiento, el último y el primero de todos.

Reflexión: Pronósticos del tiempo

       He dado hoy por consultar en internet la temperatura que nos va a acompañar estos próximos días y el pronóstico me avanza que la temperatura media oscilará en torno a los 12º positivos, con una máxima que rozará los 30ª grados y una mínima de 15º, cifras que no variarán prácticamente durante los cinco días inmediatos. Mientras tanto, en la pequeña ciudad de Teruel que no sabemos quién fundó en Colombia, cerca de Neiva, la temperatura media será de 26º.
        Hay que reconocer que el uso de satélites que otean la tierra desde lo alto, y advierten el movimiento de nubes, vientos que impulsan esas nubes y cambios de presión delatados por ellas, afinan cada vez más la fiabilidad de los pronósticos meteorológicos. Y hay algo que podemos dar ya por cierto: dentro de los cambios imprevistos del tiempo, siempre voluble, como las veletas que anuncian sus vientos, nos hemos instalado ya en los ardores propios del mes que estamos a punto de inaugurar, pórtico de la canícula agosteña.
        La mies se alegrará hinchiendo el pecho de sol, dorando espigas y enrojeciendo intrusos ababoles.

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