viernes, 20 de mayo de 2011

Felipe no sabe el camino

       Jesús está tan entrañado en la realidad de  Dios, que se siente una cosa con él como Hijo suyo y no entiende entonces que sus propios discípulos, al vele a él, no vean hasta qué punto transparenta al Padre. Y como reflejo del rostro de Dios, es natural que por él se llegue al Padre. No es tanta la distancia entre ambos. Jesús se declara así camino que va a él.
Felipe no acaba de ver claro lo que de manera tan concisa explica Jesús. Pero no sólo él. ¿Camino? ¿Dónde queda semejante camino?
De nuevo aquí el doble sentido de las palabras, según el uso que Jesús les da de trascendido modo, y el significado llano en que las emplea la gente. ¿Qué le pasa a Felipe?  ¿Qué les pasa a los discípulos que tropiezan en el borde de una sombra?


  Reflexión: ¿Justo el miedo a la muerte?
       No hay espectáculo más triste que el de un sabio ateo que se empeña en hacer ver que, como él no puede creer y teme a la muerte, los demás tampoco creen, sino que se engañan a sí mismo, justamente desde el temor a la muerte, con la falsa creencia -según él- de que existe un cielo feliz. 
Un sabio de frío corazón que borra de la fe todo otro sentimiento que no sea el pánico, está prescindiendo de la confianza, del amor, el agradecimiento, el reconocimiento humilde, la admiración feliz ante lo creado que no deja de hablar de Dios a voz en grito. Para él todo es nada, oscuridad  y vacío. 
Si supiera algo de Jesús, no tendría más remedio que reconocer que él mismo propició su propia muerte por amor al hombre; que por amor al hijo, una madre desafía todas las muertes posibles; y por amor, con el pecho anhelante, derramaron felizmente su sangre fieles cristianos que no temieron a la muerte.
El miedo no edifica catedrales, no crea La Piedad que cinceló Miguel Ángel, la serenidad de Cristo crucificado  que pinto Velázquez, ni escribe sonetos como aquel que, precisamente, comienza confesando:
        No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.  Etc...


Una cosa es absolutamente cierta: Quien no cree en Dios, es porque no le enseñaron a  creer en el hombre, y el que no cree no ama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario