miércoles, 25 de mayo de 2011

Yo soy la vid

          Juan en su evangelio suele poner en labios de Jesús el nombre con que Dios reveló su nombre a los hebreos: Yo-soy, que es lo que significa Yahvé. En ocasiones, ese yo soy de la identidad de Jesús como Hijo de Dios, se diversifica, como hoy en el evangelio de Juan. Yo soy la vid que mantiene verdecidos a quienes creen y permanecen en mí. No sólo la vid. Él es también el frito de esa vid que queda entrañada en el cáliz de su sangre, muerta y resucitada, con que alienta, después de justificarnos ante Dios, nuestra espiritualidad.

       Yo soy, diría a quienes salieron a su encuentro para prenderlo, y cayeron como fulminados de espaldas. Él es quien no salva.


Reflexión: Nube volcánica
        Llamamos alegremente nube a todo lo que surca el cielo y se le parezca, pero no todas las nubes llueven agua. Ahora es una espesa nube de cenizas volcánicas la que ocupa las noticias de la prensa diaria, amenazando otra vez las rutas aéreas de las comunicaciones del norte de Europa. La información gráfica nos muestra la maléfica nube configurada a manera de un inmenso cerebro, un cerebro lleno de circunvalaciones y fisuras que no piensa ni se da cuenta, y que además de espectacular, no deja de ser un tanto horroroso, surcado por súbitos rayos que inciden en sí mismo, descargando su incontenible energía.


        La altura de más de 6.000 metros de la nube da la medida de ese amenazante cúmulo de ceniza gris que enturbia los cielos desplazándose hacia el continente. Las últimas noticias atenúan un tanto su posible maleficio sobre los humanos. Con todo, no deja de ser un desastre más que se añade y agrava la crisis en que andamos inmersos, y es que, como dice el refrán, a pero flaco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario