En el evangelio de Juan es donde intervienen con más frecuencia, en el discurso que protagoniza Jesús, uno u otro de sus discípulos. Así sucede en el discurso de despedida, donde tercia Judas - “no el de Iscariote”, aclara oportunamente el evangelista-, preguntando a Jesús cómo es que revela a ellos en exclusiva, lo que a todas luces se interesaría por conocer toda la gente. Judas ha reparado en la importancia de lo que les está desvelando y que a todos interesa por igual.
Jesús responde que será el Espíritu de Dios quien, en su momento, les irá declarando todo lo que ahora no alcanzan a entender del todo y les hará recordar lo que no deben olvidar ya nunca. Ya antes, les había prevenido que sólo quien le ame de veras, amará su palabra, que Judas quiere que llegue a todos, y observará cuanto les ha enseñado.
Ese todos de Judas somos nosotros, los cristianos que estuvimos allí.
Reflexión: El helicóptero
Bendita invención la del helicóptero. De vez en cuando, esa ruidosa y colosal libélula pasa de largo por los cielos de la ciudad rozando el límite previsor que les mantiene alejados, y uno n o puede evitar que su presencia no infiera en el ánimo un dejo de inquietud. ¿Un incendio? ¿Un accidente? Porque son esa dos cosas la que suelen motivar esos viajes fugaces por el entorno de Teruel: o bien acuden a sofocar un incendio que casi siempre resulta provocado por un desalmado, o bien se apresura a socorrer a alguna víctima de un accidente habido en carretera.
En uno y otro caso, el uso de máquina tan expedita no tiene sustituto en el cometido de dar rápida solución a tales y otros desastres. Y uno desea vivamente que Dios les acompañe siempre como eficaz copiloto, para que les ayude a aminorar el daño resultante de tales adversidades.
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