San Juan, de manera muy sumaria, nos relata la aparición de Jesús a sus discípulos en el Cenáculo
Era el primer día de la semana y empezaba ya a anochecer. Medrosos todavía por lo que los judíos dieran en hacer con ellos, tenían cerradas a cal y canto los discípulos las puertas de la casa. Y de pronto, la figura de Jesús irrumpe radiante como un relámpago en medio de la sala y les da la paz.
No estaban todos. Estaba ausente Tomás, a quien le parece increíble lo que le cuentan sus compañeros, que hasta pone condiciones a su fe en Cristo resucitado.
Benditos los que crean sin haber visto, le reprocha enojado Jesús , mostrándole las heridas con que le rompieron manos y pies.
Viene a socorrernos aquella otra bienaventuranza; la de Isabel a María: Bendita Tú, porque has creído.
La fe el tema primordial que persigue esta aparición del evangelio de Juan, como lo expresa él mismo en el cierre de su evangelio, al confiarnos que lo que ha dejado escrito tiene por objeto que creamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y todavía añade que de esa manera tendremos vida en su nombre, quienes creamos en él La fe es el aval de nuestra salvación.
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