domingo, 29 de mayo de 2011

Testamento de Jesús

       Tal día como hoy, se nos anuncian y anticipan dos hechos especialmente importantes para nuestra fe y nuestra vida: la venida del Espíritu Santo y la Ascensión del Señor.
       Eran momentos de despedida donde Jesús se muestra notablemente emotivo, como el amigo y confidente que es de sus amigos, ahora más que nunca; su vida terrena toca a su fin y necesita de ese arrimo humano y la intimidad de los suyos. Y en el centro de ese conjunto de manifestaciones confidenciales, Jesús destaca algo que han de tener muy presente desde ahora: la perseverancia en el amor. No habrá mejor manera de acompañarle, la única de ganarse la voluntad del Padre, para que en correspondencia, el Padre les tenga presente a ellos también.
       El amor es la mejor compañía para todo. Sin amor no se puede conocer ni estar con Dios, porque Él es amor, y sólo amando, sólo encendiendo la tea del amor, se ilumina y se hace visible el camino que Cristo deja abierto para cuantos se arriesguen a descubrir su realidad divina, desde la oscuridad de la fe
 
Reflexión: El viejo tronco verdecido
       Suele ocurrir. El desmochado tocón de un árbol que más que otra cosa parecía aparcado residuo muerto de un árbol, una primavera toca con su delicados dedos las raíces ocultas del árbol que fue, y le nace inopinadamente una rama de hojas tiernas devolviéndole a la vida. El viejo árbol reverdece como reverdecen las ilusiones, lleno de promesas y futura vitalidad. Donde ya no habñia nada, es fácil prever ya ahora una fronda nueva y rozagante.
       Machado se ocupó de algo así, paseando por las orillas del Duero. Y se llenaba de esperanza esperando para sí mismo un milagro así de la primavera. La lluvia tierna de abril y el sol primaveral hacen portentos en el ánimo de un viejo.

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