jueves, 16 de junio de 2011

Jesús, sumo sacerdote

        Unos por el bautismo y algunos además por el sacramento del orden, todos participamos del sacerdocio del Cristo, sumo sacerdote que recostó la blanca espiga de su carne en nuestras manos y derramó el rojo racimo de su sangre en nuestros labios. Una locura del amor de Dios, porque el amor tiende a desbordarse y no se atiene a frías y escuetas estipulaciones como la comedida amabilidad del cariño.
Poco haremos si nos limitamos a expresar nuestra admiración y agradecimiento a quien tanto hizo por el hombre. El amor devenga amor y sólo desbordando el nuestro alcanzaremos una digna correlación con el que Dios nos profesa a boca y manos llenas.



Reflexión: Un geranio
El geranio es una planta humilde y generosa de variada floración, como es humilde la amapola agreste de encendidos labios, pero que alegra el verano con su fervor espléndido. Y es que hoy he dado en plantar un geranio de intensas flores rojas en la terraza del convento.
El geranio no se me antoja demasiado exigente como lo son otras plantas señaladamente delicadas y apenas requiere otros cuidados que humedecerle la mano cuando nos pide sufrido una mentida porción de agua, un sorbo apenas que alivie su sed. Es las sed del pobre acostumbrado a serlo sin tener, todo un género de vida, una manera al fin de ser más.

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