jueves, 30 de junio de 2011

El paralítico

La fe de los que acuden con sus carencias a Jesús, suele ser el desencadenante de su prodigiosa compasión y él suele aprovechar cada uno de estos episodios para adoctrinar a sus discípulos. En ocasiones, además, le maravilla, no ya la fe de los enfermos, sino el tesón de sus acompañantes, que le imploran por ellos. Sucede así con la firmeza y buenas maneras del centurión, con la confianza que deposita en él Jairo, cuya hija se debate al borde de la muerte, ese hilo tan frágil del que la vida pende. También los allegados del paralítico llaman gratamente la atención de Jesús por el empeño con que proceden

Reflexión: Pedro y Pablo
El evangelio de Jesús y los Hechos de los Apóstoles guardan una estrecha relación entre sí. El evangelio nos enseña a nacer de nuevo según el agua bautismal y el seguimiento de Cristo. Y concluye con un mandato decisivo: Id a todas partes y predicad el evangelio. Los Hechos nos muestran cómo realizó la Primitiva Iglesia tan urgente mandato. Los Hechos se estructuran sobre dos figuras señeras: Pedro y Pablo. El uno es la piedra recia sobre la que Jesús edifica si Iglesia. El otro nos informa de cómo llevó la palabra de Cristo al mundo gentil. Pedro es espontáneo y sentimental. Pablo enérgico y creyente hasta la médula. Uno y otro nos dicen que el camino es siempre Cristo y que el bagaje para tal itinerario son el amor a los otros y el servicio a Dios. Con la misma gracia con que ellos realizaron su arriesgada tarea, bien podemos nosotros renovar y dar profundo sentido a las nuestras

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