La plenitud de ese amor de Dios hacia los hombres, se expresa admirablemente en la entrega de su Hijo, a fin de hacernos partícipes de su vida. El Corazón de Jesús es el corazón de Dios encarnado, un corazón con nuestros mismos sentimientos, con nuestros mismos miedos y zozobras, con nuestros mismos consuelos y afinidades, instrumento, al fin, con que Dios nos expresa, con nuestro mismo lenguaje, la cercanía del amor que nos profesa. Un corazón de carne, con el que se hace como nosotros, ya que el hombre no puede hacerse Dios, torpeza desmesurada en que incurrió Adán.
La identidad del Corazón de Jesús se cifra en que no hubo un solo acto de Cristo que no estuviera dirigido a soportar su condición humana hasta el extremo, por nuestro amor. Por eso, el culto al sagrado Corazón puede considerarse como la más completa profesión de fe del cristiano, que se sabe salvado por su amor.
¿Qué es la compasión de Jesús, sino la expresión de ese estar siempre con los que le necesitan? Amemos como mejor podamos, pues, a Dios, ya que Dios nos ama a nosotros de manera desmedida.
Reflexión: La devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Desde fechas medievales, prácticamente desde sus orígenes, los franciscanos difundieron por toda la cristiandad la devoción al sagrado corazón de Jesús, considerando las palabras del evangelio de Juan donde se nos define a Dios identificándolo con el mismo amor. Todo lo que respira amor tiene en él su origen y razón de ser. No existe, entonces, mayor exigencia que la de amarle a él con todo el amor de que seamos capaces, como quien ha de rendir un tributo inexorable.
Entre las patentes que conserva el Libro de la Fundación del convento de Santa Clara, de Borja, tan hermanado siempre con el de San Francisco del mismo lugar, figura una patente firmada, el día 3 de mayo de 1875, por el ministro general fray Bernardino a Portu Romantino, donde comunica a todos los hermanos y hermanas sujetos a su jurisdicción, su decisión de consagrar la Orden al Sagrado Corazón de Jesús.
Se hace cargo de hecho tan memorable el catedrático Alberto Aguilera, de la Universidad de Zaragoza, en un estudio del que tomo esta nota, que titula Vida en Clausura.
Entre las patentes que conserva el Libro de la Fundación del convento de Santa Clara, de Borja, tan hermanado siempre con el de San Francisco del mismo lugar, figura una patente firmada, el día 3 de mayo de 1875, por el ministro general fray Bernardino a Portu Romantino, donde comunica a todos los hermanos y hermanas sujetos a su jurisdicción, su decisión de consagrar la Orden al Sagrado Corazón de Jesús.
Se hace cargo de hecho tan memorable el catedrático Alberto Aguilera, de la Universidad de Zaragoza, en un estudio del que tomo esta nota, que titula Vida en Clausura.
Rincón poético
VENID A MI
Venid a mí todos los que estáis cansados. Mt 11,28
Tú, mi Señor, que hiciste
el castigo, te ofreces,
tras la jornada sudorosa,
como remanso a la fatiga,
como venda al dolor,
a tus amigos agobiados.
Feliz encuentro, mi Señor, contigo,
cala de quebrantados y maltrechos,
hostal de los cansados,
bálsamo, al fin, de todas las fatigas,
qué retiro mejor que el de tu amparo.
Tú cargaste el trabajo en nuestra espalda.
Nadie conoce como tú su herida.
El trabajo es tu mano en nuestros hombros
purificando nuestra arcilla.
Quien trabaja contigo, enjuaga luego
contigo nuevamente
el sudor de sus manos.
Eres tú quien trabaja
con él y es tu descanso
la sombra tibia de su alivio suave.
Danos trabajo, si el trabajo entraña
sufrir contigo como tú muriendo.
Qué sensación saberse siempre en manos
de Dios, acogedor asilo
de hombres rotos, de amigos agobiados.
No cargues más la espuerta del castigo.
Acógenos, hostal de los cansados.
(De Andando el camino)
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