martes, 12 de junio de 2012

Sed sal de la tierra

    Ser sal de la tierra quiere decir proporcionar seguridad en la fe y certeza en el camino elegido, a quienes siguen las enseñanzas de Jesús. Y si es satisfactorio saber que estamos en el buen camino, sal de la tierra es también la alegría que nos hace grata la compañía de Dios y de los buenos cristianos. Pero si esa sal que da sabor a la vida del cristiano, se descompone por la tibieza, ni es camino despejado que va a Dios ni alegría ni nada para los demás.
    La tibieza es una debilidad de la voluntad, y sobreviene cuando por descuido, se empieza a no dar importancia a las pequeñas faltas, y de ahí se pasa a dejaciones más graves, como el abandono de la vida con Dios, hasta perder la sensibilidad de sentir a Dios en nuestro entorno, descuidando la vida espiritual de cada día. Es como desdibujar a Cristo en nuestro horizonte diario.
    Procuremos vivir nuestra fe, siempre esperanzados, y Cristo nos ayudará a vivir su palabra con facilidad y sensibilidad cristiana. Él es nuestra sal y luz de la tierra.

Reflexión: La procesión del Corpus

    El Vaticano ha recuperado, para su celebración en el jueves tradicional, la fiesta y procesión del Corpus. Nosotros continuamos celebrándolo en domingo, y su procesión sigue señalando nuestro calendario con la devota compañía que siempre se tributó a las sagradas especies. Hay localidades como Valencia y Toledo donde se mantiene vivo el aparato que llegó a dar fama a tales celebraciones, fieles a una tradición de siglos. En algunos pueblos, la asistencia, en cambio,  ha disminuido de modo sensible, ausentes casi por completo los curiosos, lo que acredita al número más serio de los verdaderos fieles.  
    En la fachada del caserón de los Boscá, perteneciente a nuestro Colegio, un bajorrelieve conmemora la acogida incidental que se dio al Santísimo, por mor de una lluvia intempestiva que sorprendió al gentío en plena procesión. La noble familia, agradecida al cielo, constató el hecho  con tan curioso testimonio.

Rincón poético

TE PRESIENTO

Una brújula tiene
inscrito el corazón que busca siempre
el tuyo. No descansa.
No cesa de buscarte.
¿Dónde estás? Te presiento
muy cerca, mi Señor.
Te sé cercano, porque tienes
siempre abiertos los brazos
al que te busca decididamente.
No puedes vivir solo.
El amor que nos tienes
te empuja a estar pendiente de nosotros,
que descuidamos torpemente
tu necesaria cercanía.
No sabes vivir solo. ¿Cómo el hombre
puede vivir sin ti?
No quiera yo intentarlo.
Mi corazón inscrita
una brújula tiene que ventea
el tuyo sin descanso.
Clava un rejón de amor y muerte
en nuestra torpe carne empedernida.
Unce a tu amor inagotable el nuestro.

(De Andando el camino)

No hay comentarios:

Publicar un comentario