lunes, 18 de junio de 2012

¿Ojo por ojo?

    Este pasaje responde al antiguo mandato justiciero de dar ojo por ojo, un tosco intento de equilibrar la justicia, de modo que nadie exigiera al ofensor un precio mayor que el de la ofensa. Pero de ahí a dar paso a la venganza, había muy poco trecho.
    Jesús sale al encuentro de este extremo y aplica su ley del perdón, que es una consecuencia inmediata del amor: Si alguien te pide uno, dale dos. La frase que ha tenido mayor resonancia a este respecto, es esta otra: Si alguien te abofetea en la mejilla derecha, ponle la izquierda. Es decir, no caigas nunca en la tentación de responder a una ofensa con la revancha.
    En todo caso, Jesús no quiere eliminar el ejercicio de la justicia, cuando existe el derecho de defenderse y defender a otros. Jesús lo que propone, en otro orden de cosas, es el ejercicio de la cortesía divina del corazón, como actitud humana del cristiano:  el perdón en unos casos y la generosidad en todos, porque sin generosidad, no se puede perdonar a nadie ni siquiera convivir con el prójimo.

Reflexión: No te duermas sin un sueño

    Vivimos una época poblada de desencantos, un mundo incómodo que la ambición desmadrada de unos lleva al desengaño irreparable de otros. ¿Dónde está el amor que predicó Jesús? Se comprende que para algunos la fe en el amor es pura fruslería. Desentona la vaciedad de haber entronizado en los lares de nuestra intimidad a los dioses-basura del dinero y la despreocupación. Con todo, hay que mirar hacia adelante, que es tanto como mirar hacia Dios. En un Power Point leí esta frase alentadora: No te duermas sin un sueño


   Rincón poético

      DECLARACIÓN

    No es difícil decir:
   ¡Cómo te quiero!
   Tratándose de ti,
   también yo intento
   confesarte rendido
   mi amor sincero.
   Mas dudo declararlo
   con tanto anhelo,
   justo a quien nos inspira
   todo desvelo.
   Quisiera amar de modo
   que tus deseos
   fueran también los míos,
   y así me empeño
   en ser como tú has sido
   conmigo. Puedo,
   si impulsas tú las velas
   de mi velero.
   ¿Dónde ocultas los silos
   Señor, del viento?

(De Andando el camino)

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