jueves, 21 de junio de 2012

La oración del Padrenuestro

    Orar no es amontonar palabras vacías, a borbotones, que dicen poco, rancia costumbre pagana. Lo importante es expresarse desde el amor, la alabanza a Dios y el reconocimiento de nuestras necesidades, como ocurre en la oración que Cristo nos enseñó, densa de alabanza y de peticiones capitales.
    Alabanzas primarias de un buen hijo de Dios que desea: que su nombre sea objeto de bendición total y constante;  que su Reino irrumpa ya y se haga sitio entre los hombres;  que por encima de la voluntad de los hombres, campee siempre la voluntad serenísima e indiscutible de Dios. Peticiones capitales son  contentarse cada día con lo justo, perdonar injurias, y un  propósito firme de no pecar, contando siempre y para todo con la ayuda de Dios.
    Las palabras del Padrenuestro, son palabras de Jesús, palabra de Dios, y merece la pena reflexionar sobre cada uno de esos puntos con amor. De ardoroso amor vive Dios, y obligación nuestra es alimentarle ese fuego, como leña a su servicio, como teas suyas, para que no se apague nunca en nosotros.     

Reflexión: Hambre en el mundo

    El mundo desarrollado, el mundo de los ricos, es egoísta e impasible ante la desgracia del hermano. Tratamos con toda exquisitez legal al ladrón, al homicida, a mangantes de toda índole, y dejamos que muera de hambre un niño en brazos de una madre negra, tan famélica como él, mientras en nuestros países se vende comida específica para perros y gatos que ni siquiera  tendrían inconveniente alguno en comérsela las huestes enfermizas y hambrientas del África negra. En el mundo se calcula que hay 925 millones de hambrientos, mientras aquí la especulación avarienta incrementa los precios de las cosas, empobreciendo al hombre de a pie. Son unos 300 niños los que mueren cada hora, de malnutrición, al mismo tiempo que se pudre  más alimento almacenado del que se necesitaría para salvarlos.
    Hay que insistir en las campañas del hambre golpeando el corazón del hombre, para no quedarse en parches alimentarios insuficientes con que anestesiar nuestras conciencias. Son todos los países en comandita quienes han de propiciar el remedio que ponga fin a este holocausto salvaje y atroz.

Rincón poético


MI LLUVIA PERSONAL

Yo quisiera llover,
tener mi propia lluvia que lloviera
donde no llueve nunca,
Quisiera convertir en arboleda
la árida arena del desierto,
las dunas que despliegan
su muerte movediza sobre un mundo
que fue bosque otra vez. Me gustaría
tener mi propia lluvia
dócil a mis deseos
de modo que no viento, sino brisa,
fueran mis propias manos,
para empapar las nubes que no llueven
porque tal vez ni saben
llover. Para empezar me bastaría
 una lluvia modosa y pequeñita,
huérfana incluso, abandonada
por el trajín de un tormenta,
una lluvia hacendosa
que pudiera plegar cuando ha llovido
demasiado y conviene retirarse
juiciosamente a descansar.
Para empezar, me bastaría
una lluvia modesta y recatada.

(De Andando el camino)

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