domingo, 17 de junio de 2012

Parábolas del crecimiento

    Son dos las parábolas de Jesús asociadas por Marcos en este breve pasaje evangélico. La de la de la simiente que crece sola y la de la mostaza. El hilo del que hay que tirar para desenrollar la madeja de su sentido, es el tema mismo del Reino de Dios. El Reino de Dios anida en el corazón del hombre como la semilla en tierra, que de manera imperceptible va tomando cuerpo y ocupando el espacio que el hombre destina al amor, porque es en el corazón del hombre donde el Reino de Dios entronizará el señorío de Cristo. 
     De semejante manera, el grano de mostaza, casi impalpable por su insignificancia, deviene un arbusto de pronunciada altitud, hasta el punto de servir para que en sus ramas aniden aves como el colibrí, que se alimenta del néctar de sus flores amarillas. Así, también el Reino de Dios, crece lentamente, pero sin cesar, hasta alcanzar su plenitud. 
    La simiente mínima que deviene árbol, simboliza a los doce apóstoles, un número escaso de voceros que harán de la levadura de la palabra una Iglesia numerosa. Hemos de sembrar de pequeñas cosas el itinerario de nuestro crecimiento, a sabiendas de que en lo pequeño está la fuente cuyo hilo de agua irá aumentando de caudal, hasta abrir un cauce de notables proporciones, como la simiente que crece sola, como el grano de mostaza, transformándonos en manos labradoras y corazón magnánimo, por la fuerza de amor y de la fe que da sentido a la vida de todos.

    Reflexión: Toponimia valenciana

    La toponimia es una disciplina subsidiaria de la historia, que nos explica la condición y origen de los nombres que designan aldeas y lugares Varios autores encabezados por María Desamparados Cabanes compusieron una obra meritoria sobre toponimia valenciana, generosamente titulada como Documentos y Datos para un Estudio Toponímico de la Región  Valenciana. Es una obra que tengo en mucho, ya que recoge todo lo que se fue haciendo con anterioridad a esas fechas, año 1981. Por poner un ejemplo, dice de Quesa que proviene del latín vulgar chasea (pronunciado chaisa), y que significaría entonces caza. Añadamos que el diptongo -ai- se transforma en -e-, de lo que resulta quesa.

Rincón poético

EL VERBO SE HIZO CARNE

Y el verbo se hizo luz
de nuestros propios lares.
Nunca le tuvo al viento
la mies tan de su parte.
Nunca su amor se puso tan a tiro
de nuestro corazón. ¡Dios se hizo carne!
Enséñanos a estar
contigo, como sabe
buscar el junco el río,
izar su nido el ave,
nunca tan fronterizo,
nunca tan vulnerable,
barro de nuestros barro,
sangre de nuestra sangre.

Ahora sí que es posible,
sin miedo a equivocarse,
proclamar en las plazas,
gritar por nuestras calles
tu nombre, tus favores,
el prodigio constante
de habitarnos la vida,
de habitarnos la carne,
barro de nuestro barro,
sangre de nuestra sangre,
Enséñanos a amar
como tu mismo, a mares.

(De Andando el camino)

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