viernes, 22 de junio de 2012

Guardad vuestros tesoros en el cielo

    Jesús, lejos de imponer sus criterios, trata siempre de inclinar el corazón y la mente humanas a la práctica del bien. Y entre sus advertencias, con el amor a los demás y el perdón, figura también el desprendimiento, la advertencia de no acumular riquezas, porque los bienes de este mundo son efímeros.
    Hay que blindar nuestra existencia con una conducta intachable de entrega a Dios, en vez de entregarse a las cosas de este mundo, colocando nuestros bienes en el paraíso fiscal de las manos de Dios. El amor de Dios es el mayor de todos los bienes, porque ocurre que allí donde está tu corazón, allí está tu tesoro.
    Hagamos caso a Jesús, dando a nuestros haberes el uso más adecuado, para que nos produzca réditos en el banco de su corazón divino.

Reflexión: Las parábolas

    Nada más apto que una parábola, para desvelar los misterios ocultos de la divina palabra. Pero no siempre su sentido resulta tan obvio como pueda parecer. La parábola tiene el sentido literal del relato y el sentido figurado significado por él. El sentido literal le da amenidad, pero es su contenido educativo lo que Jesús intenta que llegue a la inteligencia de sus oyentes. Es la razón por la que, en cierta ocasión, los discípulos de Jesús, le ruegan en privado que explique a la gente el sentido más o menos oculto de sus parábolas, de lo contrario se irán a sus casas sin entenderlas, a lo que Jesús se opone, porque quiere que sea la gente quien se esfuerce por descubrir el mensaje por si misma. El hombre ha de implicarse, ha de tomar parte en la palabra reveladora, haciéndose preguntas, volviendo sobre su sentido e involucrándose en la palabra divina, hasta dar con una respuesta ajustada a los interesas de Jesús y a su propia situación anímica.

Rincón poético

AMOR SIN LÍMITES

Tacha tu amor desmedido,
porque el amor, de ese modo
de adorarse uno a sí mismo,
es como un juguete roto.
Amar no tiene sentido
si te amas a ti ante todo.
Amarte así, ante tu espejo,
es el mayor despropósito,
que no es amor verdadero
el del barro que ama el lodo.
Ama sin reserva alguna.
Sé un amante generoso
que sabe darse sin trabas.
No pretendas darte a trozos,
ni intentes medir tu amor;
deja que lo midan otros,
que el amor no tiene orillas,
el amor no tiene coto;
y límítate a entregarte
complacido y dadivoso.
Quien no sabe amar no vive
o vive muriendo a chorros.
El amor es una entrega
de ti mismo. Tienes sólo
un corazón. Hazte entrega
sin remilgos. Date todo,
que darse acrecienta amor,
el amor acrece el gozo
y florece el que se da
igual que almendro frondoso.

(De Andando el Camino)

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