sábado, 2 de junio de 2012

En el templo

    No siempre la discusión alumbra la mente del hombre cuando vemos que a menudo no es la objetividad de lo que se trata de discernir, sino el encono y la animadversión lo que enciende al contrincante. Jesús, inteligentemente, evita entrar en discusión con los sacerdotes y ancianos del templo que acaba de purificar. La palabra de Dios exige tierra abonada para que prenda la semilla y fructifique. Y siempre, cuando las palabras no surten resultado práctico alguno, el testimonio de la propia conducta es el modo de dar a conocer la fe de Cristo.

Reflexión:Los coletazos del anticlericalismo

    Ir contra la Iglesia es un lugar común, un tic de determinadas ideologías incrédulas. Cuando, desconcertados, no tienen nada más que hacer, los de siempre, expertos en quema de conventos y asesinatos nocturnos, se levantan una y otra vez contra la Iglesia mordiéndole la pata de la silla denodadamente. De nuevo ahora han dado en levantar el polvo de su exclusión para arreciar una vez más contra ella. No sólo contra ella, pero muy destacadamente contra los cristianos en general. La cuestión es no dejar títere con cabeza. Es el mismo tufo de la gasolina que incendió este centro donde vivo, meses antes del alzamiento militar del 36. Suele ocurrir cuando, ayunos de argumentos, el recurso más a mano es el grito, la algazara negando a los otros el pan y la sal. Sólo que ir contra la Iglesia es ir contra Dos y al ir contra Dios, dan con piedra.


Rincón poético

     GRACIAS, SEÑOR

Pronuncio cuidadoso tus palabras,
digo como quien besa, con tus mismas
palabras, la oración del Padrenuestro.
Palabras que retienen todavía
la brisa humedecida de tus labios,
los íntimos latidos de tu cuerpo.
Gracias, Señor,
por este atrevimiento
al que tu amor me aboca,
de decir las palabra que tú has hecho
palabra nuestra.
De este modo podré deletrear
tu lenguaje de Dios, porque te has vuelto
nuestro lenguaje.
Oh Dios, mil veces nuestro,
gracias, porque me dejas
poner mis labios donde tú pusiste
antes los tuyos, en un mismo beso.

  (De Andando el camino)

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