jueves, 13 de septiembre de 2012

Amar a los enemigos

    Lucas reúne aquí unos cuantos consejos evangélicos que Mateo incluye en el sermón de la montaña, con un tema cardinal: amar a los enemigos. Es la actitud humana más alta de toda la ética de Jesús, cabal  expresión más del precepto de perdonar sin reserva alguna. No basta con perdonar, hay que amar. Na basta con perdonar a tus enemigos, hay que amar a los enemigos: los que te odian; los que te maldicen, los que te injurian, los que te pegan; el que te quieta la capa o te roba cualquier otra cosa.
    No son ideas abstractas ni sentimientos, sino actitudes concretas. ¿No es eso, al fin, lo que tú deseas que hagan contigo? Hazlo entonces tú con los demás. Es lo que siempre ha venido haciendo Dios con nosotros.

Reflexión: El lenguaje del amor

    Según un estudio de unos psicólogos y expertos sobre cómo entienden el amor los niños, uno de ellos lo definió diciendo que el amor ocurre “cuando alguien te ama, al decir tu nombre,  la forma de decirlo es diferente”. Es decir la entonación con que pronunciamos el nombre de una persona, sufre inflexiones que declaran sutilmente nuestra actitud hacia ella, y cuya modulación, un niño percibe con pasmosa claridad. El niño es todo amor. La afectividad edifica el mundo maravilloso en que vive. Las delicadezas del lenguaje amoroso no les es extraño. Lo registran como un modo habitual de su callada ternura.

 Rincón poético

VIENTO DEL ESTE

Este viento africano
tiene sucio el resuello,
los dientes amarillos
y jadeante el pecho.
Cerrad todas las puertas
cuando os llegue su aliento,
que este soplo de tierra
abrasada no es nuestro.
No respeta fronteras.
Para él no existen fueros
Va rodando, a tentones,
como un ciego.
Acaso ni lo quieren
en su arenal inmenso.
Camina sin destino, atolondrado.
Es el viento amarillo del desierto,
el de la cabellera enmadejada,
encendida, de fuego,
el de los pies de arena,
el de las ascuas en los dedos.
Cerrad la puerta;
no le dejéis entrar; no es nuestro.

(De Los labios del viento)

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