jueves, 27 de septiembre de 2012

Reconocer a Jesús

    Herodes quiere ver a Jesús, no sea que, si Juan está muerto, Jesús sea ahora su reencarnación. Simple superchería. A Jesús sólo lo reconocen los que se dejan iluminar por la fe: Jesús no se presta a los caprichos frívolos de la soberbia autoritaria.
    No se puede estar a merced de la frivolidad.      Dios no puede ser simple objeto de  curiosidad, sino de serio seguimiento. A quien quiera descubrir de verdad el misterio de Jesús, envolvámosle con la luz de la fe, para que llegue a vislumbrar al menos lo que los ojos no adivinan mirando a ras de tierra.

Reflexión: Dónde están las llaves

    Un canto infantil preguntaba jocosamente que dónde estaban las llaves, y resultaba que las llaves estaban en el fondo del mar como en su caja fuerte. Y uno se pregunta igualmente que dónde está el capital que había antes y ahora no está, y al parecer nadie tiene. No lo tienen los pobres ni los parados ni lo tienen las familias que malviven con lo que pueden. El dinero no se evapora ni se transfigura. ¿Dónde están entonces las llaves? En el fondo del mar.

Rincón poético

LA VENIDA DE CRISTO

Sé bien que estás viniendo,
que vienes sin cesar, muy paso a paso,
en medio de la noche, casi casi
sin venir, sin llegar,
aproximando tu presencia
que nadie ve, por más que nos permites
atisbarte, entreverte con certeza,
sentirte cerca, respirar tu aliento.
Vienes en la palabra alentadora
de un amigo, en la cruda
noticia de un naufragio, en el cansancio
de velar a un enfermo al que o puedes
devolver a la vida, en el cariño
de una nieta, en el barro verdinegro
que habitan los borrachos,
en el azote despiadado
de una lluvia morosa, en la imponente
belleza de los robles, la elegancia
rendida de unos juncos
que bailan con el viento,
en las cosas pequeñas, en los ínfimos
momentos del descanso, en las menudas
instancias de la vida
que urde incansable el tiempo.
No dejes de venir. Yo no estoy quieto.
Adivino el camino donde un día
sucederá el encuentro. Yo también
voy hacia ti. Me ha prestado un candil
y me tiende la mano la esperanza.

(De Paseando mis sueños)

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