martes, 11 de septiembre de 2012

La oración de Jesús

     Jesús se retira a la montaña, durante toda una noche, y permanece allí en oración. La vida de Jesús es una vida de oración. Lucas consigna once veces especialmente destacadas.
    En Cesarea, en la montaña de la transfiguración, al regreso de sus discípulos de la primera misión, en la enseñanza del Padre nuestro, antes de la pasión, para que Pedro no desfallezca en la fe, en Getsemaní, indagando la voluntad del Padre, en la cruz, impetrando del Padre que perdone a quienes le están crucificando.
    Ser cristiano es imitar a Cristo en todo, y sobre todo en lo que más importancia tiene, como estar con Dios, y la oración es lo que mejor enhebra nuestra vida con el hilo de la suya.

Reflexión: Exámenes de septiembre

    Los exámenes siguen un proceso evaluador del adelantamiento progresivo del estudiante. A él puede parecer un sometimiento oneroso, humillante y agresivo. Se ha hablado bastante sobre eliminarlos en septiembre, y se hará ya en bachillerato. El profesor lo reputa un modo práctico de constatar el aprovechamiento del alumno.
    Un examen no deja de ser azaroso. Inciden en él diversos factores como son el estado desasosegado del estudiante ante la incertidumbre, la mayor o menor dificultad de la prueba propuesta, la condescendencia o el rigor del profesor, y siempre, la preparación intensa o descuidada del examinando. En todo caso, un alumno que se sabe bien preparado, no suele temer un veredicto negativo, y esa certeza le da confianza en sí mismo y aplomo. Los exámenes son cosa seria.

Rincón poético

      LO DEJÓ TODO

Lo dejó todo. Quiso
saber qué sentiría
viviendo a solas, mi Señor, contigo.
Entró dentro de sí,
y sin mirar atrás,
cerró entonces la puerta
con decisión. Apenas
amó nada en la vida que no fuera
amarte a ti en la herida de los pobres.
Pudo dar ese brinco
sobre todas las cosas,
porque tú le arropabas
con el impulso de tu amor.
Y aunque no le fue fácil,
tiró la llave al mar.
Por ti, que le alentabas,
se acostumbró enseguida.
Señor, lo dejó todo
con sobrada alegría.
Ténselo en cuenta, mi Señor, un día.

(De Los labios del viento)

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