miércoles, 12 de diciembre de 2012

El paralítico

    Debió de ser muy sonado este episodio del paralítico; lo relatan todos los evangelistas. El paralítico representa a todo aquel que, por sus propias carencias, es incapaz de llegar a Dios por sí mismo. Son los amigos o familiares los que llevan al paciente hasta Jesús,  ejemplo vivo de apostolado y de amor al otro que nos necesita.
    Los cristianos somos intermediarios de Dios para llevar hasta él a quienes, por alguna razón, no pueden hacerlo por sí mismos. Cristo nos espera a todos, y es deber nuestro contribuir para que los demás puedan cumplir también con esa esperanza suya. Y para llevar a cabo este requerimiento apostólico, hay unas virtudes que pone de manifiesto el evangelio, y que son las que nos disponen para ejecutar tan valioso ejercicio. 
    Así, vemos con qué fe proceden los amigos del enfermo, capaces de vencer todas las dificultades que obstaculicen su propósito. Es, por tanto, una fe que no se queda en la mera adhesión intelectual a Cristo, sino que mueve a poner por obra lo que nos proponemos. Es entonces una fe activa y eficaz que da alas al proyecto de poner remedio a las necesidades urgentes de los demás. No basta con saber qué es lo que hay que hacer; hay que hacerlo.

Reflexión: ¿Quién inventaría la silla?

    En tiempos remotos, la gente se sentaba en el suelo, sobre una esterilla, como se hace todavía en el desierto y pueblos de costumbres ancestrales. Los judíos, en la sinagoga, disponían de un poyo adosado a la pared para escuchar la palabra sagrada. Tradicionalmente, las iglesias preferían el uso del banco. Los reyes sí usaban espléndidos sillones dorados que llamamos tronos. Tienen formas muy delicadas los que usaron los faraones egipcios, y es famoso, en el Escorial, el que se dice que empleaba Felipe II, tallado en piedra, para contemplar el desarrollo de las obras del monasterio, desde el monte. Los papas hasta no hace tanto tiempo, eran llevados por porteadores en sillas gestatorias, que recuerdan las usadas por los potentados romanos. En la edad media, el término patrimonial para designar la silla era cadira; que retiene el valenciano; la silla de montar es nombre que se generaliza, sustituyendo al vocablo original.
    En los pueblos se usó la silla con asiento tejido de enea o cuerda de esparto. Hoy, el diseño industrial ha multiplicado las formas y materiales que entran en su confección. Pero, ¿quién inventaría la silla?



Rincón poético

MARÍA Y LA NIEVE

La Virgen María,
tan pura, tan fiel,
observa la nieve
viéndola caer.
¿Qué tendrá la nieve
con ella, José?
Ella misma es blanca.
La nieve tal vez
no es tan limpia y clara;
María lo es.
Nieve son sus manos,

su pecho, su tez,
Nieve es el decoro
de todo su ser.
Tan privilegiada,
tan honesta y fiel,
no existió como ella

nunca otra mujer.
Tú también lo sabes.
¿No es así, José?


(De Paseando mis sueños)

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