domingo, 23 de diciembre de 2012

Los milagros de la fe

    La de Isabel es la primera bienaventuranza que aparece en los evangelios: Bendita tú, porque has creído, le dice a María.
    La fe constituye un eje estructural de todo el evangelio. La fe mueve montañas, dice Jesús, y cuando la fe se desdibuja, como ocurre con sus paisanos en Nazaret, Jesús apenas si puede mostrar los signos prodigiosos del  Reino. La fe, en el evangelio es la piedra de toque de cuantos han de seguirle. La fe en su persona es la que abona la tierra fértil donde su palabra germine con eficacia y arraigue con fuerza, de modo que, identificado con ella, haciéndola suya mediante la práctica, el hombre fiel no morirá, porque su palabra no puede morir.
    Éste es el Hijo divino que viene a nosotros, del que la liturgia nos va diciendo, día tras día, de qué modo podemos conseguir que nazca en todos y cada uno de nuestros corazones, desde el equilibrio que da estar a buenas con Dios y de dar crédito a las palabras con que los ángeles informan a María de las verdades de Dios. María e Isabel son ejemplos vivos de mujer creyente.
    Demos gracias a la Virgen, espejo limpio y perfecto de la Iglesia, por darnos a Jesús, y a Dios por darnos a María.



Reflexión

Cosas de Navidad

    Acabo de ver en un dibujo humorístico de la prensa madrileña cómo un avión de combate casi se lleva por delante a un reno del trineo ése de Santa Claus, y al reno se le ponen todos los cuernos de punta. Es el encuentro de la realidad y la ensoñación. Las cosas son como son, no dejan de ser triviales, ordinarias, corrientes; el sueño embellece sus propias realidades que inventa la fantasía. No son y los ojos no las reconocen; existen en el ámbito de lo que quisiéramos que fuesen, tan cercano al mundo interior de los niños. Ante el avión que amenaza al reno, el adulto sonríe; el niño refunfuña.

 

Rincón poético
 
DIOS EN BELÉN

La Virgen María
nos está esperando.
San José la mira.
¿Qué estará pensando?

Dios mismo la habita.
Mediante el Don Santo,
es quien apoyó
en ella su brazo.

¡Dios hace unas cosas!
¡Qué cosas, Dios santo!
Ha puesto en la frente
de Belén un astro.

Y él mismo se viste
un cerezo blanco
y nieva de luz
deslumbrante el campo.

Los cielos celebran
con himnos, con salmos,
fecha tan excelsa
riendo, cantando.

De emoción, la Virgen
se ríe llorando.
San José la mira.
¿Qué estará pensando?


(De Tu luz nos haga ver la luz)

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