lunes, 24 de diciembre de 2012

Nos visita el sol que nace de lo alto

    Hace dos días leíamos y se  comentaba el himno de María que le atribuye Lucas; hoy leemos el de Zacarías, entusiasmado por la noticia del hijo imposible que va tener su estéril esposa. Allí, María cantaba agradecida a Dios, reconociendo el inmenso favor recibido de él; aquí, es este piadoso sacerdote quien adivina ya poblada su casa con la bendición del hijo siempre soñado, y nos dice el evangelista que entona este himno lleno del Espíritu de Dios, que es tanto como decir piadosamente entusiasmado.
  
Llena del Espíritu Santo estuvo María cuando Dios se asienta en su carne para depositar en ella al Hijo que es Cristo, llena del Espíritu está Isabel cuando María va a visitarla. Dios viene a nosotros a poblar nuestra soledad con la presencia de su Hijo, y será el Espíritu de Dios quien lo hará presente en nuestro corazón y en nuestra vida.
    Cantemos también nosotros las maravillas de Dios. Cantemos llenos de su Espíritu, por este favor inigualable de elevarnos Dios a su categoría divina, que nadie antes de Cristo hubiera podido ni siquiera imaginar.   


Reflexión

Quien no se hace niño.

    La Navidad no lo es únicamente del Niño que Dios nos presta. Lo es de todos los que fuimos niños una vez y nos complace encontrarnos con nosotros mismos respirando el vaho acre y difuso del pesebre. Es Dios quien se empequeñece para ponerse a nuestra altura y es razonable que lo hagamos también nosotros para hallar cabida junto a él. Sólo así la paz que pregonan los ángeles ungirá la felicidad de nuestra vida.



RINCÓN POÉTICO



¿A QUÉ HUELE EL NIÑO?

     Villancico

El pesebre brilla,
la paja está nueva.
Da pena pisarla
esta noche Buena

San José está alegre,
La Virgen contenta.
¿Qué tendrá el pesebre
que ellos dos no tengan?

Tienen, hecho Niño,
hecho carne a Dios.
Lo trajo María,
lo tienen los dos.

¿A qué huele el Niño?
Decidme a qué huele,
hecho vino nuevo.
Hecho pan caliente.

Caía la tarde,
los magos no llegan.
Se les ha apagado
acaso la estrella.

Los cielos le invitan
con prisa a volver.
¿Qué tendrán los cielos
que no tenga él?
Él tiene a María,
María a José.


(De Tu luz nos haga ver lsa luz)

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