En el evangelio, alguien pregunta a Jesús que cuántos serán los que se salven. No era una pregunta tan peregrina, sino una cuestión tratada frecuentemente en las escuelas rabínicas, hasta convertirse en obsesión. Jesús no responde directamente a la pregunta, porque para él el número es irrelevante. Lo que importa no es el número de los que se salvarán, sino qué es lo que hay que hacer para salvarse. Y un poco enigmáticamente, les aconseja a todos que se esfuercen por entrar por la puerta estrecha .
La puerta estrecha es una referencia a la dificultad de la salvación; la puerta que lleva la salvación no es cómoda ni holgada. Es entonces cuando, les habla, mediante una parábola, de la puerta que se cierra para algunos, impidiéndoles el acceso a la mesa del banquete, pero que se abre para muchos, procedentes de los cuatro puntos cardinales.
Ése es el núcleo del mensaje de este evangelio: la oferta universal de salvación, ya que. para Dios no hay grupos privilegiados. La puerta que se cierra, alude a los judíos que rechazan la Palabra, frente a la franquicia de que gozarán las naciones paganas. Jesús desconocerá un día a quienes le desconozcan ahora, y abrirá sus manos a cuantos le acojan.
Entonces, ¿quienes se salvarán? Todos los que buscan y sirven a Dios con sinceridad,. No es ni siquiera la simple pertenencia a la Iglesia lo que nos asegura la salvación, sino la respuesta a Dios mediante la fe y la fidelidad cotidiana, que se expresa en el seguimiento de los valores del Reino expuestos por Jesús: la solidaridad con los desvalidos, el servicio al hermano, el testimonio de la fe, frente al egoísmo, la hipocresía, la agresividad y la violencia.
La advertencia “antes de que se cierre la puerta”, es una invitación a la pronta conversión radical del corazón, a fin de conquistar el Reino ya. Mañana puede ser tarde.
Reflexión
Escabechina en Egipto
La asociación Cruz de San Andrés ha compuesto un listado sobrecogedor de entidades cristianas en Egipto, quemadas por los musulmanes de la fanatizada y Hermandad islámica, enemigos acérrimos de nuestra fe, para que luego nos exijan sus derechos en España. Los franciscanos no han quedado exentos de este suplicio diario de atrocidades, de modo que hemos anotado:
1. Una iglesia y su escuela adjunta, en Suez.
2. Un convento franciscano de HH. del inmaculado corazón de María, en Suef, Alto Egipcio.
3. Otra iglesia con su escuela, en Suait, Alto Egipto.
4. Una escuela franciscana, en Fayuum, Egipto Superior.
A lo que hay que añadir comercios igualmente quemados, hoteles y personas de creencias cristianas. Recemos por ellos ante Cristo, siempre ensangrentado.
Rincón poético
EL VIEJO CIPRÉS
Un techo de nubes
cubría la tierra.
Al ciprés le urgía
mucho que lloviera.
Apenas llovió;
pasó la tormenta
sobre el campo santo
ruidosa, encendida, violenta.
Y el ciprés no asciende,
el ciprés no llega.
Su ojiva está roma,
su fronda tan vieja
que deja el ramaje,
áspera madeja,
entrever el tronco,
por más que él espera.
Ciprés indigente,
cuida tu pobreza
y sigue esperando.
Menos da una piedra.
(De A la sombra de un álamo)
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