La Asunción de María es un hecho dependiente de la Ascensión de Jesús al Padre. María tenía que cumplir todavía su tarea particular. Preside moralmente la Iglesia, que empieza a caminar por sendas de firmeza y santidad, y satisfecho este menester histórico de acompañante ejemplar de la Iglesia, es cuando le toca ascender también al cielo, hasta las proximidad gozosa del Hijo.
Fue la Iglesia griega, la que se anticipó en el conocimiento y veneración de María y nos ha conservado la tradición de ese gesto de ascender hasta los dominios del Hijo, como en un sueño, al modo como entendía la muerte Jesús,.
El nombre de María irá siempre unido al de su Hijo. Y si Jesús es, desde su Asunción al Padre, el mediador entre Él y nosotros. María se alza ahora paralelamente como mediadora entre su Hijo y los hombres, hijos suyos también. Desde ese instante, como se predice en el Magnificat que interpreta la voz de María, “todas las generaciones me llamarán bienaventurada”. Y así ha sido.
Que Ella nos proteja con la misma mirada amorosa con que protegía a su Hijo.
Reflexión
La transfiguración
El relato de la transfiguración es un de los más bellos de todo el evangelio. Cristo brillando pleno de luminosas transparencias como un racimo transpuesto por luz, los dos profetas cuya presencia hace ver que el antiguo testamento está a los pies de la palabra que es Cristo, La voz extensa y misteriosa de Dios conminando a los tres testigos a creer lo que ven y lo que significa ese avance de Cristo resucitado.
Se comprende que Pedro, anonadado, quiera fijar aquel momento de modo imperecedero. Pero la tozudez humana es saco roto: ¿Qué significa eso de que resucitará despùés?
A TUS PIES
¡Cuidado, María,
Dios está a tus pies!
Dile que sí a todo.
Ya sabrás por qué.
Puso en tus entrañas
su Palabra Dios
y hace de tu carne
la suya el Señor.
No creas que ha sido
un simple favor,
que Dios nunca haría
lo que hace con vos.
Los ángeles rezan
tu nombre, María.
¿Quién iba a pensar
tanta gloria, un día.
Para que admitiera
tal cosa tu fe,
humilde, Dios mismo
se puso a tus pies.
(De A la sombra de un álamo)
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