martes, 6 de agosto de 2013

La transfiguración

En Cesarea de Filipo, Jesús manifiesta la necesidad de que, para salvarnos, ha de morir, y los apóstoles se escandalizan. Un mesías no puede morir,
Jesús ha de enseñarles que la vida pasa por la muerte, por difícil que resulte a alguno ver en la muerte la puerta de la vida. En la muerte tendemos a ver sólo el dolor del vacío que nos produce, y cuesta no dejarse llevar por la supuesta certeza de que, con la muerte, hemos perdido para siempre a un ser querido. Es eso justamente lo que les ocurre a los discípulos de Jesús, cuando ha muerto en la cruz y no ven más allá, hasta que le descubren otra vez  vivo. Esta otra perspectiva tan distinta es la de la fe.
La escena de la transfiguración queda llena de significados que ponen de manifiesto el sentido liberador de la resurrección. Elías y Moisés son protagonistas de dos éxodos liberadores. El uno representante de la ley; el otro del profetismo.
El éxodo es el tránsito de la opresión a la liberación. El camino cristiano es también una forma de éxodo, por el que se va en progresión liberadora hacia el Padre. En el suyo vivió Jesús la experiencia anticipada de su resurrección e hizo partícipes de esa experiencia a sus discípulos.

Reflexión

Venga a nosotros tu reino

Venga a nosotros tu Reino, o sea, haz de modo que, por la conversión y humilde aceptación de la divina misericordia, vivamos ya ahora en tu Iglesia tu justicia salvadora, a la espera de la plenitud de ese reino que, libre de la corrupción, inaugure un cielo nuevo y una tierra nueva, con nuestra participación en la gloria de Cristo, cuando Dios sea todo en todos, como tan acertadamente les dice San Pablo a sus cristianos de Corinto.

Rincón poético

       ORACIÓN

No siempre
he sabido, Señor, estar contigo
como tu estás pendiente de mis noches
y mis días oscuros. 
Sólo a veces, Señor,
necesité pensarte y contemplar
el milagro de amor de tu aventura
de Dios entre nosotros.
No siempre, pero llevo
en el pecho clavada, como reja
de arado, la tristeza
de haber vivido tanto sin amarte
como nos amas tú, reflejo tibio
de tanto amor el mío.
Mi corazón te sabe, te frecuentan
mis labios. Pon un ascua
de tu amor excesivo, en el mediocre
con que te paga el mío.

(De A la sombra de un álamo)

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