sábado, 17 de agosto de 2013

Dejad que los niños vengan a mí..

    Los apóstoles proceden con toda solicitud, apartando a los niños a fin de que no importunen al maestro, cuando de lo que se pretende es de que Jesús les imponga las manos y bendiga a los niños. Jesús les reconviene: los niños son el icono de la indigencia, de la pequeñez. Y acuña una frase definitiva de uno de los temas más característicos de su espiritualidad, la necesidad de anonadarse con humilde sencillez: Dejad que los niños se acerquen a mí.
   Los humildes, los pobres, tienen acceso la proximidad divina; están con Jesús siempre.

Reflexión

La fe no es de todos

Lo dice san Pablo a los Tesalonicenses. Dios quiere que todos crean; Jesús invita a sus discípulos  a que den a conocer la palabra a todas gentes, difundiendo la fe en sus palabras y el misterio de la salvación. Pero siempre habrá gente malvada, hombres perversos que incluso acosarán a quien cree por el hecho mismo de creer lo que ellos rechazan. Rezad por nosotros, para que nos libre de ellos, pide el Apóstol, porque la fe no es de todos. Es decir; no todos gozan de tan divino don. 

Rincón poético


ESE DÍA

El día afortunado en que amanezca
mi corazón tan alto y venturoso
como mi afán, el día
que mis labios pronuncien
tu nombre con el mismo
amor, oh mi Dios, con que nos amas
tú a nosotros, el día
que te ame yo también
con el amor que transe el evangelio,
ese día, Señor,
sabrás que he conseguido vaciarme
de mí, de tal manera
que quepas en mi hondón
sin retirar ya muebles pasajeros
que no estarán, de para en par abiertas
hacia ti mis ventanas.
Pienso plantar arbustos de mostaza
y un trigal a mi puerta, que repares,
mi Señor, dónde vivo y dónde muero,
y no pases de largo en tu camino.

(De A la sombra de un álamo)

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