miércoles, 5 de enero de 2011

En Nazaret

Nazaret quedaba situada, a manera de anfiteatro, en Galilea, frente al valle de Esdrelón, entre Caná y Naín. En la época de Jesús. Nazaret era una aldeuela sin importancia. ¿De Nazaret puede salir nada bueno?- decían los judíos con desprecio. Su relevancia le viene de haberse encarnado allí en María el Salvador del mundo.
Sus orígenes hay que buscarlos en la edad del bronce y marca su evolución la veneración de los santos lugares, a lo que se ha añadido una notable población árabe, resultante de la desbandada generada por la guerra con Israel. En ella, la Sagrada Familia, como era habitual entre sus habitantes, habitó una gruta escavada en la un terraplén, habilitada como vivienda, sobre la que hoy campea una espléndida basílica de doble nivel. En el inferior se venera la cueva que ocupó la Sagrada Familia; la superior se asoma a ella por un amplio óculo con el que se crea un ámbito sagrado común.
A la izquierda de la gruta, descansan los restos mártires de Conón, diácono de Jerusalén que confesó descender de la familia de Cristo, enterrado junto a la vivienda de María a petición suya.
A la muerte de Jesús, sus familiares convirtieron sus propias casas en iglesias para congregarse y celebrar en ellas la fracción del pan.
¿De Nazaret puede venir algo bueno? Pues sí. En Nazaret el Hijo de Dios se hizo como uno de nosotros, para elevar nuestra condición humana a la suya propia, afiliándonos a la de Dios por el Espíritu creador.

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