martes, 25 de enero de 2011

Un mundo sin Dios

        Acabo de leerlo en la agencia Zenit: El cardenal Cañizares advierte de que “querer eliminar a Dios de la sociedad es ir en contra del hombre”
Es el ideal de los enemigos de Dios: desterrarlo. Un mundo vacío.
En un mundo sin Dios, la presencia del cristiano no es indiferente. El cristiano molesta, su simple existencia está recordando siempre que Dios está ahí, que no es fácil escaquearse de su presencia. Ya hubo en las antigüedades bíblicas quien, como Jonás, hizo cuanto pudo por huir de Dios y  borrarse de su mundo a fin de rehuir sus mandatos. Todo inútil: se dio de bruces con él más pronto de lo que ni pudo imaginar. Al final, ocurre irremediablemente lo mismo, que él siempre está. Un mundo sin Dios sería un mundo vacío.
¿Por qué ese afán de desterrar a Dios de nuestra vida, no sólo de la que les pertenece a ellos, prohibiendo incluso los símbolos con los cristianos recuerdan su amor al hombre? Es curioso comprobar cómo el enemigo profesional de Dios, y de los creyentes en general, suele ser un hombre malhumorado y sañudo. Por más que Dios no hace daño ni siquiera a quienes le persiguen con tanto ahínco, sino que llueve para buenos y malos. Tal vez por eso, se atreven a perseguirlo. Lo siento por ellos: nunca les ha ido bien.

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