El lavatorio y el servicio a los demás

    El lavatorio de los pies escenifica la obligación de sus discípulos de mostrarse siempre humildes y serviciales con los demás, porque es ridículo que el discípulo pretenda descollar sobre el maestro.
    Más de uno recordaría entonces aquello de que él estaba entre ellos como quien sirve (Lc 22-24).  El tema del servicio fue uno de los que con más interés les inculcó Jesús. La vida del seguidor de Cristo se fragua en el servicio, porque somos para los demás, como Jesús mismo. Quien se reserva para sí y se prefiere a sí mismo, no ve los ojos y las manos indigentes de los otros; no sabe amar, y si no sabe amar, no es humano; y si no es humano, no es de Cristo, que se hace humano para humanizar el mundo.
    Por el contrario, quien se siente feliz en el servicio a los demás, acaba por descubrir que es a Cristo a quien sirve y quien vive en él, y ese descubrimiento le hace sentirse realizado. Ser para otros es la manera más cristiana de ser.

Reflexión: Yo soy el camino...

    Jesús es el camino que va al Padre, un camino donde se nos ilustra con la verdad y se nos alienta con la vida. La vida es un valor supremo, un término absoluto, que supera y contiene a los otros dos. Jesús es el único que puede comunicárnosla. Es también la verdad, toda la verdad, que nos capacita para conocerle tal cual es, “plena realidad del hombre y de Dios”.           
    Solo Jesús es entonces el camino: Nadie va al Padre sino por Jesús, nuestro único mediador ante Dios.

Rincón poético

AGONIZA LA CRUZ

Están matando la cruz;
tiene la madera herida,
y se muere entre sollozos
sangrando por cada herida.
¡Cómo se crispan sus dedos
del dolor que la asesina!
Hombres que no aman a Dios
tienen el alma partida:
una parte para el diablo;
la otra estaba ya perdida.
Cruz que mis males remedias,
sangre que vendas mi vida,
por más que lo intento yo,
no he logrado todavía
crucificarme y hacer
de su madera la mía.
¡Qué complacencia más grande
el día que lo consiga!

(De Haciendo camino)