sábado, 26 de mayo de 2012

    La excesiva familiaridad se presta a incurrir en abusos de confianza.
    Pedro, imprudente, interpela a Jesús y se mete en camisa de once varas queriendo saber qué destino le tiene reservado a Juan. Jesús disgustado viene a decirle que no se entrometa en lo que no le incumbe; que se limite a ocuparse de sus cosas. Es todo un pescozón. Una de las reprensiones más ásperas y justificadas de Jesús contra la ligereza de Pedro.
    El respetuoso cariño que nos merece la persona de Jesús, no se aviene con nuestras intromisiones y criterios mundanos sobre él, fruto de nuestro atrevimiento y curiosidad malsana. Averiguar cuál sea su voluntad sobre nuestra conducta es lo que sí debe de movernos a vivir en conformidad con sus deseos y cuidar exquisitamente su bondadosa cercanía.  


Reflexión: El éxtasis

    Hablamos del éxtasis refiriéndonos siempre a ese arrobamiento del espíritu en que se resuelven los íntimos deliquios amorosos de los santos, en momentos de intensa intimidad con Dios. El cuerpo cae desmadejado falto de un sostén que lo mantenga enhiesto, como funda desenvainada, y el espíritu de funde en las delicias del amor de Dios.
    Se dice de santa Teresa y de otras almas de Dios a quienes bastaba oír su santo nombre para entrar en levitación. Eran tiempos en que la religiosidad lo ungía todo de la divina presencia. ¿Será que Dios está más lejos de nosotros, horrorizado por las perversidad del laicismo reinante. No lo quiera él.
   

Rincón poético

LA FLECHA DE PLOMO

Una flecha de plomo ha atravesado
el pecho de un creyente
que ha olvidado tu amor.
Prendado está de la belleza
efímera y mostrenca de este mundo.
Ya no sabe, Señor
quien dio elegante
docilidad al junco,
quien quitó peso al colibrí,
quien diseñó la rosa.

(De Haciendo camino)

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