domingo, 6 de mayo de 2012

Yo soy la vid

    Jesús se define a sí mismo como buen Pastor, como camino y hoy como la vid. Se trata de formas de comportamiento espiritual con quienes constituimos la Iglesia, reveladoras por tanto de su quehacer salvador. Y entre las imágenes secundarias de ese último tema, sarmientos, dar fruto, podar, hay dos cosas que repite seis veces, dar fruto y permanecer en él, lo que revela la importancia concreta de lo que significan.
    Para dar fruto y fruto abundante, el sarmiento  ha de permanecer unido a la cepa que le suministra la savia. Si se le separa de la vid, carente de savia, el sarmiento desfallece y deja de dar fruto. La savia es la vida espiritual con  que Jesús nutre al creyente. Y el flujo que entonces se establece con él es tal, que se le concederá todo lo que suplique, porque, incorporados a su realidad espiritual, formamos una misma cosa con él, y el Padre no nos puede negar nada, ya que sería como negárselo a Jesús. Esa compenetración es la que hace que la oración de quienes viven entrañados en Dios, sea eficacísima, como se demuestra en los santos.
    Recibir todos una misma savia, establece además nuestra unión y comunión entre nosotros mismos y con Cristo, mediante el lazo de unión que es el amor mutuo. Jesús nos impondrá, por eso, un mandamiento nuevo: que nos amemos como él nos amó. Es un camino que va desde el olvido de sí mismo hasta el corazón del prójimo instándonos a ser menos egoístas, menos injustos, menos violentos.

Reflexión: El felpudo

      Leo, de paso, en el felpudo de la puerta de una vivienda: ¡Viva la República!
     El felpudo de una puerta, en la escalera, sirve para muchas cosas: para guardar incidentalmente la llave, para disimular el polvo recién barrido, para guardar secretos confidenciales que tarde o pronto acaban por llegar a la opinión pública. Basta que un entrenador de futbol decida cambiar de aires por la puerta grande o por la de servicio, para que aflore todo lo que encubría el felpudo de todos los diablos. Y no digamos cuando la política mueve el sillón de unos para que lo ocupen otros, auque aquí los cajones de la mesa de despacho, más capaces, dejan que entre la luz donde antes reinaba el aprovechamiento, el chanchullo y la mentira estratégica. ¿Tanto cuesta dejar entrar ordinariamente la luz del sol por la ventana?

Rincón poético


¡PERDÓNAN0S!

La cruz es la medida
de Dios. Reconocemos
por la cruz la grandeza
de su amor desmedido.
El Señor entregado
y hecho cruz afrentosa
accede a revelarnos
claramente quién es.
Pero yo me pregunto:
¿Le sabemos del todo?

La cruz ensangrentada,
la punzante corona,
la recia crispadura de los clavos,
significan a un Dios enloquecido
cuyo amor como piélago
no alcanza sus orillas.
¿Quien podría explicarme
que el hombre oculte un lobo,
sangrienta la mirada,
en la cueva negrísima del odio?
Un perro callejero lamería
las manos amistosas que le acogen.
¡Perdónanos, Dios mío! No sabemos
tu verdad todavía.
Eres inescrutable.
No sabemos del todo
todavía quién eres.

(De Haciendo camino)

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