Esa será ahora su función, interceder por su Iglesia desde su doble condición divina y humana, único mediador entonces que le llama el autor de la Carta a los Hebreos, porque sólo él posee ese doble carácter.
Desde ahora también, cuanto le pidamos al Padre, lo haremos recabando su señorío sobre todos nosotros, a quienes rescata del pecado mediante el precio de su sangre.
Reflexión: Un demonio franciscano tienta a Jesús
Me ha sorprendido la ilustración que figura en un facsímil del breviario medieval de Isabel la Católica, donde aparecen las tentaciones de Jesús. Es llamativo, porque el monje que minió el libro, pinta al diablo tentador enmascarado con hábito franciscano, extraño recurso imposible, dado que san Francisco funda su Orden en el siglo XIII. Debe de tratarse de un diablo apócrifo o extraviado por los recovecos de la historia. Difícilmente podría la astucia del diablo mimetizar su realidad maligna y nauseabunda bajo atuendo franciscano, a no ser que se trate de una diablura del monje, o es que el diablo no sabe tanto como dicen los que le conocen bien. Con toda seguridad no lo conocía demasiado el monje despistado que traslada a Jesús a época medieval para ser tentado por un seguidor de Francisco de Asís, cuya forma de vida consiste precisamente en ser como Jesús nos enseña a ser en su evangelio.¿Qué tendría este monje contra el humilde hábito franciscano, el más elegante de todos las vestimentas, según José María Pemán?
¿Qué les parece? ¡Un franciscano tentando a Jesús, con sus dos cornezuelos incipientes adornando su frente! Quiero pensar piadosamente que posiblemente no pase de ser una inocente humorada de un jubiloso monje cervecero, en un acceso iconoclasta de despiadado humor claustral.¡Demonio de monje!
¿Qué les parece? ¡Un franciscano tentando a Jesús, con sus dos cornezuelos incipientes adornando su frente! Quiero pensar piadosamente que posiblemente no pase de ser una inocente humorada de un jubiloso monje cervecero, en un acceso iconoclasta de despiadado humor claustral.¡Demonio de monje!
Rincón poético
LA LUNA
No hay lobos en la noche.
¿Quién entonces me explica
que en medio del silencio
la luna esté mordida?
Nunca es igual; se muda.
Cada noche es distinta:
parece la veleta
de una noche infinita.
En torno de la tierra,
como una noria gira
en cortejo constante
incansable, obsesiva.
Sólo sale de noche,
duerme acaso de día;
luceros la acompañan;
con ella se retiran.
Mentida soledad
su soledad mentida.
La luna en mi ventana
nunca tendrá cabida,
que hay lobos en la noche,
que la noche es muy fría
y en ella, desveladas,
las estrellas tiritan.
(De Haciendo camino)
No hay comentarios:
Publicar un comentario