jueves, 17 de mayo de 2012

La obra del Espíritu

    En este compendio de verdades, reflexiones y recomendaciones que constituye el discurso de la Cena, los discípulos no están tan maduros que puedan comprender el sentido de todo lo que les enseña. Les anuncia por eso, que a su debido tiempo, mediante el Espíritu, se les irá inspirando todo lo que deben saber y han de hacer.
    La aplicación correcta de la palabra de Jesús, a raíz de tales hechos, será con ocasión de que El Espíritu de Dios les vaya insinuando el sentido exacto de la muerte y exaltación de Jesús, a la luz de la Escritura. Por eso importa tanto guardar su palabra o recuperarla de las cenizas del olvido. Su palabra será la luz necesaria para el camino que hayan de recorrer después.
    Al Espíritu le corresponde, pues, comunicar el sentido exacto y comprensible del mensaje de Jesús; él será el mensajero de la verdad de Jesús en la Iglesia, para el cabal sentido de la enseñanza recibida y la orientación oportuna en la vivencia y aplicación puntual de ese mensaje a la vida.

Reflexión: Sobre tacos de madera

    En aldeas del Báltico e izbas rusos, embarradas o suciamente nevadas sus calles durante sus largos e inhóspitos inviernos, dieron en pavimentar la calzada con tacos de madera hincados en tierra, lo que permitía retirar la nieve y limpiar la calle convenientemente.
    En el Alcoy de posguerra, para transitar desde la ciudad al instituto, a fin de aligerar de peso el puente que facilitaba el paso, su calzada estaba igualmente pavimentada con tacos de madera. Y en 1982, la riada de Tous dejó al descubierto el antiguo fundamento romano del azud de Antella, que descansaba asimismo sobre madera, previamente carbonizada, al uso de los constructores prehistóricos de palafitos, lo que la hacía incorruptible.
    A veces, grandes remedios parten de soluciones sencillas.

Rincón poético


EL BOSQUE EN LLAMAS

Como un tigre enjaulado
ruge la selva.

Un incendio desata
su ira como una bestia.
Tiene rojos los ojos,
tiene roja la lengua,
tiene roja la llama
que arde en su cabellera,
y el agua no consigue
saciar su boca negra.
Como un tigre enjaulado
ruge la selva.

¿Quién puso en los rastrojos
como un puñal la mecha?
Mordiscos castigaran
la mano traicionera.
Todo el bosque proclama
a gritos su inocencia.
Fue una mano asesina;
una mano perversa.
Como un tigre enjaulado
ruge la selva.

(De Haciendo camino)

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