Jesús manifiesta al Padre su deseo de que estén ya siempre con él estos discípulos suyos que le fueron confiados, porque los ha amado tanto como el Padre lo amó a él.
Fruto de ese amor, les ha dado a conocer los secretos del misterio trinitario y les ha hecho ver las razones por la que fue enviado al mundo, a fin de que gocen del amor que profesa Dios al hombre, compartido con el que les tiene él mismo.
Son poderosas las razones de Jesús para que todos cuantos le conozcan, sean una misma cosa en el amor de Dios.
Reflexión: Los milagros de Jesús
Se equivocan quienes piensan que nuestra fe se cimenta sobre los milagros de Jesús. Los prodigios que se atribuyen a Jesús no son la base de nuestra fe ni es acertada la atribución apologética de que son objeto, que sólo en parte cabe dárseles. El misterio de Jesús resucitado es el punto de mira desde donde los milagros aparecen como objeto de la intervención de Dios sobre el proyecto salvador de Jesús. Hay que eliminar además la noción de que los milagros rompen con las leyes naturales, un concepto que llegó a complacer a los primeros cristianos y que la Iglesia ha depurado de conveniente manera.
Rincón poético
SÓLO SOMBRAS
No busquéis en la tierra
la sombra de los muertos.
No están, son sólo sombras
y se desvanecieron.
¿De qué sirve una sombra
vagando en el desierto?
Van solas por la muerte
en busca de sus dueños,
igual que en ocasiones,
amigo siempre, el perro.
Sombras hace la luz;
no tienen luz los muertos.
Y es que en la oscuridad
todo es sombra; por eso,
enterrad de una vez
las sombras que os ha hecho
vuestra imaginación;
y si no estáis resueltos,
dejadlas en la almohada;
que habiten vuestros sueños.
(De Haciendo camino)
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