viernes, 18 de mayo de 2012

Tristeza y alegría

         La alternativa entre alegría y tristeza forma un ciclo vital inevitable. Jesús lo aplica muy oportunamente al caso concreto de su ida al Padre,  avisados además de que dentro de poco volvería a estar con ellos. Ida y ausencia serían dos situaciones correspondientes a  dos sentimientos también opuestos, tristeza y alegría.
     En aquellos momentos, el lenguaje de Jesús ante sus discípulos hablaba de cosas nuevas, y en consecuencia resultaba nueva aquella actitud de Jesús, al borde de su muerte, entre la tristeza de su regreso al Padre y la alegría de su vuelta espiritual.
    La comunidad cristiana, en la figura de los discípulos, se verá sujeta igualmente a situaciones difíciles que la apenarán, pero a cada prueba sucederá gozosa una nueva presencia de Jesús. Ausencia y aparición triunfal, en consecuencia, deberán ser tenidas por un ciclo cambiante de vida siempre esperanzado, a pesar de las contrariedades de un mundo adverso.


Reflexión: El tráfico rodado

    No solo las grandes ciudades; también los pequeños pueblos sufren la aglomeración  masiva de automóviles que nos invade. Y ni caben en nuestras calles y dar con un rincón donde aparcar es poco menos que una hazaña.
    Fueron muchos los lugares que vieron desahogada su calle mayor, cuya calzada convertida en carretera, cruzaba la población, con todo el acerbo anejo de incómodos ruidos, contaminación atmosférica y riesgos para la vida de los lugareños. Hoy ese caudal de vehículos que atestaba el pueblo, circula sin estrecheces ni bocinazos a campo abierto, sorteando la ciudad. No obstante, el parque automovilístico aumenta con tal celeridad, que las calles no dan cómoda cabida a tan excesivo número de vehículos. Todo el pueblo es parking,  y ahora sin remedio.

Rincón poético

SUEÑOS

Si el mar no tuviera orillas,
toda el agua derramada
arrastraría la tierra
de la vida hacia la nada.

Si el cielo sólo una estrella
poseyera y se apagara,
le faltaría a la noche
la luz que a la noche encanta.

Si el hombre no se muriera
y la vida no acabara,
la muerte se moriría;
de soledad y nostalgia.
Mar y cielo y tierra y hombre,
ya que soñáis, yo soñara
que en vez de soñar dormís.
No soñéis cosas tan raras.

(De Haciendo camino)

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