Si no hay una fuerza, una energía interior que nos dinamice, las cosas apenas tienen sentido. Lo que da forma interior a nuestra vida, a nuestros impulsos y actividad, es el Espíritu. Pentecostés es la fiesta del Espíritu de Dios, evocadora de la necesidad de un corazón nuevo, una libertad creadora nueva. Pentecostés es así el coronamiento del misterio pascual, vivido bajo el signo del Espíritu, verdadero protagonista de la vida de la Iglesia.
Sin ese principio vital que actualiza a Cristo, la Iglesia no es nada, porque es él quien la rejuvenece en constante renovación. Sus símbolos, como el ímpetu del viento y las lenguas de fuego, manifiestan esa fuerza transformadora
El gesto de Jesús de alentar sobre sus discípulos, evoca el soplo creador de Dios, un aliento que les impulsará a difundir el reino de Dios y su palabra por todos los rincones de la tierra. Espíritu divino, Espíritu Santo, ven.
Reflexión: Un laurel en el huerto de la Iglesia
Las Metamorfosis, de Ovidio, nos describen con singular belleza y dinamismo la transformación de Dafne en laurel, para zafarse de las desaforadas maneras y requiebros de Apolo, enloquecido en pos de la diosa, cuyo nombre significa precisamente laurel. El oloroso laurel se convertiría en el árbol representativo de Apolo en los templos paganos a él dedicados..
El laurel que tuvo plantado fray Julián Coll en una maceta de la terraza de la comunidad franciscana de Carcaixent, sobrevivió al religioso y creció tanto que hubo de trasplantarse al reducido huerto de la Iglesia de San Francisco. A la vuelta de los años, su altura sobrepasó los tejados de la misma iglesia y se dio en talarlo. Hoy retoña con fuerza copiosamente en torno al desmesurado tocón.
El domingo de Ramos, no había que esforzarse mucho para obtener cuantas ramas hicieran falta para dicha celebración, además de servir para los usuales condimentos de que suele formar parte la cocina popular.
El laurel que tuvo plantado fray Julián Coll en una maceta de la terraza de la comunidad franciscana de Carcaixent, sobrevivió al religioso y creció tanto que hubo de trasplantarse al reducido huerto de la Iglesia de San Francisco. A la vuelta de los años, su altura sobrepasó los tejados de la misma iglesia y se dio en talarlo. Hoy retoña con fuerza copiosamente en torno al desmesurado tocón.
El domingo de Ramos, no había que esforzarse mucho para obtener cuantas ramas hicieran falta para dicha celebración, además de servir para los usuales condimentos de que suele formar parte la cocina popular.
Rincón poético
FASES DE LA LUZ
Me place la aurora
despertando el día.
No siempre la luz
se atiene a medida.
De día deslumbra,
de noche encandila.
La luz de la tarde
despaciosa y tibia,
muriendo, nos llena
de sombras malignas.
Y al amanecer,
naciendo, es tan limpia,
que en ella se lava
la cara mi vida.
Me place la aurora
cuando despabila
con sus manos leves
otra vez el día.
(De Haciendo camino)
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