Os conviene que yo me vaya, dice Jesús a sus discípulos.
Jesús les habla sobre la conveniencia de regresar al Padre que lo envió, de lo contrario no disfrutarán de la asistencia del Espíritu Santo que hará sus veces y será su voz en la Iglesia. Le hará presente en la asamblea, en los sacramentos, en la palabra. En el mismo pan y vino del altar. Y en momentos adversos, les inspirará qué tengan que hacer o decir.
El Espíritu de Jesús habita y dirige la Iglesia e ilumina con sus verdades el rumbo que ha de seguir en cada momento; es como si fuera Cristo mismo quien lleva entre sus manos el timón que la rige.
Liliáceas
La vasta serie de plantas que los especialistas llaman liliáceas, ya que el prototipo de la especie es el lirio, compone un conjunto inabarcable de vegetales, silvestres o no, todos ellos de flores de gran belleza y colorido. Las más destacadas han sido cultivadas con mimo por la mano del hombre, como la azucena, el tulipán, las orquídeas e incluso el manido ajo de todas las salsas y guisados. Una de las características en que se fijan los entendidos para su clasificación son los estambres, seis, en que convienen todas. El ejemplar que ilustra este comentario, perteneciente al pequeño patio claustral del convento, ha merecido nuestra atención por su tamaño, infrecuente entre las de su rango, su duración, y por qué no, también por la intensa belleza de corola densamente roja. Es como para sentarse ante ella en una silla y pasarse las horas alabando la delicada mano de Dios, divino jardinero de todos los paraísos.
CRISTO MUERTO
Muere sangrando en la cruz
quien no tiene sangre ya
y el cielo se ha enrojecido
como un velo de azafrán.
No sabe qué está ocurriendo
sobrecogido Juan;
le ha desconcertado el grito
que muriendo Cristo da.
La Virgen lleva en el pecho
una espada de cristal.
Magdalena vierte un frasco
con perfume de azahar.
El silencio era un abismo
y la tarde un funeral.
Hay una mano escondida,
que no se ve, pero está.
Todos los misterios juntos
en este momento están.
El sol va dejando un charco,
sanguinoso al declinar;
un ciego ha abierto los ojos,
un mudo entona un cantar,
lleva un soldado una lanza
que no deja de sangrar.
No sabe nadie qué ocurre.
Nadie lo sabe explicar.
Hay una mano escondida
que no se ve, pero está.
Dos fariseos murmuran
que es cosa de Satanás.
(De Haciendo camino)
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