viernes, 17 de agosto de 2012

El repudio de la mujer

    Los fariseos preguntan a Jesús sobre uno de los temas que ya algunos debatían: el repudio de la mujer. Era una ley condicionada por el concepto que se tenía de la superior autoridad y preeminencia  del varón, desde su consideración patriarcal en la familia, y la nula consideración que se le llegó a conceder a la mujer, a quien se la tenía por impura, hasta el extremo de no permitírsele ni siquiera rezar a Dios en la sinagoga; no era digna.
    Jesús rechaza de plano toda arbitrariedad, que considera más una concesión mosaica, por la dureza del corazón del hombre, que una ley de Dios. Era Dios quien, desde el Génesis, había dejado muy claro que hombre y mujer casados son una misma cosa.

 Reflexión: La nobleza de un buen chiste

    Hay quien tiene gracejo natural para contar chistes y chascarrillos. El chiste es un capón en la nuca de la gravedad y la rectitud del raciocinio, desde la sorpresa del absurdo o el doble sentido que damos a las palabras. Es una ruptura repentina e inesperada del buen orden mental.
    El chiste descubre el modo de ser de quien lo cuenta. Está el chiste ingenioso que celebramos con satisfacción y la resbaladiza tendencia de visitar las cloacas del mal gusto de la deshonestidad. Y del mismo modo que no podemos conseguir que un animal deje de comer paja, tampoco de un hombre vulgar que se exprese con el respeto que bien merecen sus oyentes. Hay entonces también chistes malos que no hacen reír ni a personas de la mejor voluntad, y chistes soeces, ese barro en que se revuelca la brutalidad.

Rincón poético

NOCHE OSCURA

No hay noche más oscura
que la que cruza el miedo por el monte,
la ribera del río,
el bosque oscuro donde caben
todas las pesadillas
como en un sueño, todos los aullidos
con que se anuncia el lobo
y nunca sabes desde dónde.
Lobo es la noche que no tiene estrellas,
lobo el pavor que el corazón oprime.
El camino lo sabe y se detiene
tembloroso temblando
Sólo el rumor del agua, río abajo
dice por donde va.
Y a lo lejos, apenas palpitante,
como una vela que la brisa mueve,
hay una casa que tiene encendida,
como quien reza, la ventana.
Falta una estrella, al menos,
que nos diga que hay cielo,
y si hay cielo también hay esperanza.

(De Los labios del viento)

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