martes, 14 de agosto de 2012

La vida comunitaria; los mayores

     Según el orden estructural del evangelio de Mateo, hoy entramos en el discurso cuarto, que versa sobre la “vida comunitaria”.
    Y comienza por establecer la jerarquía de los valores personales según las escalas de Dios: con él están Abrahán, Elías, Moisés.¿Cuál es la prioridad entre ellos? Los apóstoles no piensan como Jesús. Para él, lo importante no son los honores, grandezas y las jerarquías, sino los modos de crecer aquí, en razón de la autenticidad que nace de la simplicidad del corazón.
    -Quien llegue a hacerse como un niño, ese será el mayor en el Reino de los cielos. Para Jesús, que se ha empequeñecido a fin de salvar al hombre, son los pequeños y no los grandes, los que llenan de interés el corazón de Dios. Jesús mide a sus seguidores con la escala de lo precario, que simbolizan los niños. El niño es imagen de Cristo, empequeñecido como ellos. Está a la altura de los que no tienen y lo necesitan todo
    Por eso, cuanto hagan por uno de esos pequeños y necesitados, lo hacen por él.

Reflexión: El correo electrónico

    La instantaneidad del correo electrónico ha relegado prácticamente la carta ordinaria a la papelera. El correo oficial no era todo lo fiel que se esperaba de él. Y ocurría además que, en ocasiones, llegamos a dudar de si la misiva llegaría o no a su destino, lo que aconsejaba certificar la carta. ¿No llevaba ya un sello con que la respaldaba el Estado? El correo electrónico se acerca mucho a lo que pudiera ser un diálogo por escrito, dada la rapidez con que traslada nuestros textos al destinatario de turno. Lamento la intromisión inaceptable de quien flanquea nuestra intimidad para ofrecernos no sé qué gangas que ni nos van ni nos vienen. ¡La dichosa publicidad que está en todas partes y no respeta verjas ni avisos de que hay un perro que muerde!

Rincón poético

LAS TRES MARÍAS

Al pie de la cruz,
tres Marías lloran
y acuden a coro
clamando amorosas
todas las angustias,
todas las congojas.
Al pie de la cruz,
se ven de otro modo las cosas.
Altivos, triunfantes,
la voz cavernosa,
miran los soldados
con mirada torva
el llanto abrazado
de las tres señoras.
No saben qué hacen:
y entonces Jesús los perdona.
¿Por qué Dios no llueve?
¿Por qué Dios no llora?
¿Por qué Dios no envía
su lluvia piadosa
y limpia de Cristo
su sangre copiosa?
Cristo está muriendo.
¡Qué solas las deja!¡Qué solas!
La sangre de Cristo
que las culpas borra,
es sangre imborrable.
Dios mismo la adora.
Lluvia es ella misma,
sangre sanadora
que alumbra la herida
del pecho, una llaga hondísima y sola.
¡Lo supieran todos
los hombres ahora!
Lo sabe la tarde,
lo sabe la aurora,
de la cruz lo saben
sus fibras más hondas.
Al pie de la cruz,
tres Marías unánimes lloran

(De Los labios del viento)

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