miércoles, 22 de agosto de 2012

La viña de Dios

    En la parábola de los obreros de la viña, se nos dice que el Reino de los cielos es semejante al propietario de una viña que contrata los obreros a horas diversas; al amanecer, a media mañana - sobre las nueve-; a mediodía - sobre las tres-, y a las cinco de la tarde, “la hora undécima”.
       La viña de Dios es el pueblo escogido, el lugar de la Alianza (Is 5,1-7). El propietario de la viña, Dios, es un propietario muy singular, que contrata incluso obreros cuando falta sólo una hora para el final de la tarea diaria, y les paga a todos igual.
      Hay una doble interpretación de la parábola. Desde la justicia distributiva, la de los obreros mismos que han trabajado todo el día y se sienten comparativamente injuriados, por recibir lo mismo que quienes han trabajado menos. La otra, según la justicia de Dios, sería la de Jesús: Dios da a todos no un sueldo, sino la salvación. Un privilegio que no tiene precio.
       A cambio de tan alto privilegio, no hay que olvidar que amor con amor se paga.
.
Reflexión: Voces y gritos

    Queda ya lejana la época en que para ser un cantante había que disponer de una buena voz, convenientemente educada en un conservatorio. Excepcionalmente, alcanzaba el éxito, siempre difícil, un cantante de voz desgarrada y aguardentosa, como ocurría con Louis Armstrong. El sentimiento humanizaba aquella voz terrosa y dolorida.
    No me acaban de seducir voces sin calidad , sin matices, faltas de toda educación del timbre de voz, interpretando piezas vulgares y letras abominables. Hay que ser muy joven y tener grandes tragaderas para digerir ese potaje.

Rincón poético

    NO GRITES

Qué triste es golpear
las puertas del silencio
que nadie habita. Es triste
que tu voz ya no alcance
a quien pudiera oírte.
¿De qué te sirve
gritar si a distancia
apaga como guata tu alarido?
Lo mejor es callar. ¿Acaso grita
el silencio? ¿Vocea
el tiempo en su andadura?
Echa a andar. Verás cómo
oyes tu la aspereza
del roce del calzado en el camino.
Lo mejor es callar hasta que aprendas
a escuchar. No te empeñes
nunca en hacerte oír. Aquel que escucha
aprenderá el camino adecentado
de ser para los otros.


(De Los labios del viento)

No hay comentarios:

Publicar un comentario