martes, 28 de agosto de 2012

La sinceridad

    Limpia la copa por dentro y quedará limpia por fuera, dice Jesús con gran expresividad. Incide así en el tema de la sinceridad con que hay que vivir la vida. Quien cuida las apariencias externas con la mira puesta en ser bien considerado y descuida adecentar su conducta para con Dios, incurre en hipocresía y doblez. Y contra la doblez, el remedio está en la sencillez del que es por fuera igual que por dentro.
          Quien ajusta sinceramente su conducta a los deseos de Dios manifestados en sus mandamientos, ése merece ser declarado justo, que es el calificativo que usa la Escritura para los santos. El justo transparenta a Dios ante el mundo, como la copa internamente luminosa por dentro transparenta esa luz al exterior. Por el contrario, donde no hay sinceridad, no habita la verdad.

Reflexión: Proliferación de incendios

    El mes de agosto, excesivo en tantas cosas, nos ha venido suministrando noticias tan funestas como la proliferación de incendios por todo el territorio nacional, que han asolado miles de hectáreas de monte arbolado. No pasa día en que no se dé noticia del descontrol en unos frentes de fuego invadiendo espacios protegidos de incalculable valor ecológico, como los bosques de laurisilva canarios. Y por más que una y otra vez se nos comunica que se tomarán  medidas más estrictas y agravación de penas contra desaprensivos pirómanos, asistimos luego a la repetida intervención de tales delincuentes, que no parece sino que proliferan y campan por sus respetos. Es pavoroso el espectáculo de imponentes llamaradas en que se convierten pinos y quejigos, como en un auto de fe que o termina, y no lo es menos el paisaje resultante de densos bosques calcinados, reducidos a ceniza. Se nos dice que algunos de estos parajes quedarán perfectamente recuperados dentro de diez años. Y uno piensa lastimosamente que dentro de diez años, estarán a punto para ser incendiados de nuevo por el incendiario de turno.

Rincón poético

EL MISTERIO DE UNA FLOR

Me encanta el misterio oloroso
que envuelve las flores.
De ésta que contemplo,
¿cuál será su nombre?
De día, sus labios
muestran el derroche
de una amplia paleta
de vivos colores;
Le mira a los ojos al sol
con descaro y después se recoge
a la tarde y se cierra despacio
al llegar de puntillas la noche.

¡Una humilde flor
perdida en el bosque!
¿Sabrá que la mano
que elevó los montes,
creó la belleza
que admiran en ella los hombres?
¿Sabrá que la admiran?
¿Sabrá por qué y dónde?
Del aliento divino, el aroma
es vestigio y su imagen más noble.
Los dedos divinos que hicieron los ojos,
hicieron los labios e hicieron las flores.

(De Los labios del viento

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