Bien y mal conviven en aparente camaradería, como ocurre con el trigo, que crece junto a la maldad de la cizaña, emboscada en la mies, y si embargo no hay que obrar precipitadamente, so pena de que al pretender arrancar la cizaña, se vaya con ella el trigo. No se confunden con todo el bien y el mal. El bien tiene alta la frente y no se oculta, porque es compañero de la luz. El mal se agazapa para no ser visto, porque su ámbito son las tinieblas, donde vive en la clandestinidad. Hijos de la luz llamará Jesús a los que andan el camino del bien; hijos de las tinieblas a quienes se desenvuelven cómodamente en el barro negro de la malicia.
Se entiende que Jesús les avise de que hay que vivir vigilantes. San Pablo distinguía entre vivir confiados y confiar en Dios: Sé muy bien de quien me he fiado, decía san Pablo. Obremos avisados también nosotros.
Reflexión: Horario de citas en el ambulatorio
Todo lo que rodea a un enfermo es oneroso. No sé cuántos enfermos por número de habitantes alberga la población, muchos. Quien lo quiera comprobar, no tiene más que asomarse al salón de espera del ambulatorio local. Hay que coger ahí un numerito para acceder,cuando te corresponda,a información, y esperar procurando no dormirse. Abunda la gente de edad avanzada, algunos singularmente caducos. Cuando por fin te toca la vez, en el mostrador te atenderán afablemente y te darán un papelito con la fecha y horario de cita con tu doctor. Si es viernes, cabe que tengas que esperar al lunes. Llega el día y tu hora de cita meramente estimativa, porque el retraso habitual en la atención cuidadosa de cada paciente, obliga a esperar comprensiblemente y sin prisas, en el mejor de los casos, de media a una hora enterita. ¡No saben muchos lo que vale una sólida salud!
APRENDER A SER
Aprender a ser pobre, como tú,
es tarea, Señor, dificultosa.
Yo soy pobre, pero me tengo a mí
y me ensucia el hollín de muchas cosas.
Se es pobre sin quererlo, cuando pones
valor a un ansia loca
por tener, o no das
con la piedra preciosa
de morir a ti mismo, como mueren
en un rosal las rosas.
No eres tú, lo que añades a ti mismo.
Desnúdate del peso de esa ropa.
Ser lo que tienes es dejar de ser.
Despréndete de todo cuanto sobra.
Sé pobre y llenará tu corazón
la riqueza de Dios. Ésta es tu obra:
ser para Dios, dejando de ser tú,
porque él será por ti. No hay mejor cosa.
(De Los labios del viento)
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